El Gobierno chino recortó el pasado domingo sus previsiones de crecimiento para 2017, con un avance esperado de entre el 6,5%-7% del PIB, según los datos compartidos por el primer ministro, Li Kequiang. La economía se encuentra inmersa en pleno proceso de transformación desde un mercado exportador a otro basado en el impulso de la […]
Dirigentes Digital
| 06 mar 2017
El Gobierno chino recortó el pasado domingo sus previsiones de crecimiento para 2017, con un avance esperado de entre el 6,5%-7% del PIB, según los datos compartidos por el primer ministro, Li Kequiang. La economía se encuentra inmersa en pleno proceso de transformación desde un mercado exportador a otro basado en el impulso de la demanda doméstica. Sin embargo, los problemas en China van más allá del crecimiento estimado, con unos altos niveles de endeudamiento privad0, una creciente burbuja inmobiliaria y una abultada deuda pública. “Los acontecimientos tanto dentro como fuera de China exigen que estemos preparados para afrontar situaciones más complicadas y serias”, explicó el primer ministro en rueda de prensa, según las declaraciones recogidas por la agencia Reuters. Las expectativas de un frenazo en el país asiático no son apocalípticas si tenemos en cuenta que casi todas las previsiones macroeconómicas coinciden en el diagnóstico. La Comisión Europea (CE) en su informe de “Perspectivas de Invierno” apunta a una tasa de crecimiento del PIB del 6,4% en 2017 y del 6,2% 2018. El consumo interno seguirá siendo el principal motor de dinamismo en la economía, ya que el empleo y la renta disponible llevan más de un año creciendo a un ritmo superior al del producto interior. Sin embargo, la debilidad de la inversión y las altas tasas de endeudamiento y morosidad en el sector privado son, junto a la burbuja en el mercado inmobiliario, las mayores preocupaciones a medio plazo. Se espera que la políticas fiscal y monetaria del Gobierno chino sigan siendo expansivas, como respuesta al retroceso en otros indicadores. El comercio internacional muestra leves signos de recuperación, con un incremento esperado de las exportaciones y la moderación de las importaciones (+2,5% en 2016), aunque su evolución queda sujeta a la postura que adopte el nuevo gobierno estadounidense. En la misma línea, la OCDE espera que China crezca un 6,4% durante este año y un 6,1% en 2018. El organismo advierte de que los riesgos en la economía se están incrementando, sobre todo los relacionados con la estabilidad financiera, debido al alto volumen de “compañías zombies”, a la fuga de capitales experimentada en el último año y a la sustitución de la inversión privada por la pública. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también pronostica un avance del 6,5% en el PIB asiático durante 2017 y del 6% en 2018, mejorando sus proyecciones en tres décimas respecto a las de octubre. El organismo señala que a pesar de las políticas de estímulo, la rápida expansión del crédito y los elevados niveles de endeudamiento corporativo, junto a la presión por la salida de capitales, incrementan las posibilidades de una ralentización más acentuada o la necesidad de ajustes menos graduales.