Para Marta Díaz Barrera, "hay mucho talento y las startups no están sabiendo detectarlo. Se están centrando en competencias "hard" y en conocimientos teóricos y en cambio se olvidan de que lo verdaderamente importante para enamorar a sus clientes, usuarios e inversores, es la actitud y el talento". 1.- Empatía. En este ecosistema es indispensable que […]
Dirigentes Digital
| 23 feb 2015
Para Marta Díaz Barrera, "hay mucho talento y las startups no están sabiendo detectarlo. Se están centrando en competencias "hard" y en conocimientos teóricos y en cambio se olvidan de que lo verdaderamente importante para enamorar a sus clientes, usuarios e inversores, es la actitud y el talento".
1.- Empatía. En este ecosistema es indispensable que el candidato sepa definir un arquetipo de cliente. Tener claro cuáles son sus principales preocupaciones, saber qué escucha, quiénes son sus personas influyentes, conocer qué le interesa, cuál es su entorno. En definitiva, conocer lo máximo posible acerca de nuestros clientes para crear propuestas que realmente le aporten valor.
2.- Inteligencia cultural. Hemos pasado de la inteligencia emocional a añadir otro tipo de Inteligencia más centrada en el negocio: la inteligencia cultural. Podemos definirla como la habilidad para reconocer, leer y adaptarse a otras culturales, detalles y gestos a veces imperceptibles, para ser más efectivos a la hora de trabajar y de negociar con personas de otros países.
3.- Creación de comunidades. Los proyectos que están creciendo más rápidamente tienen un denominador común: una comunidad. Esto tiene dos lecturas: es importante crear comunidades entre los miembros que trabajan en un determinado proyecto y crearlas para conocer mejor al cliente, para establecer un canal directo de comunicación con ellos, establecer patrones de conducta…
4.- Consumo colaborativo. El consumo colaborativo es otra de las actitudes valoradas por las startups. Hay, por un lado, una ruptura con el individualismo de consumo y, por otro, una apuesta por compartir e intercambiar estableciendo redes de colaboración. Lo principal es la evolución que está produciéndose en el concepto tradicional de compartir, intercambiar y alquilar para introducir un componente clave, como lo es la tecnología y la comunicación a través de diferentes canales.
5.- Innovación. La capacidad para innovar, para salirse de los caminos establecidos a la hora de aportar soluciones a problemas concretos y complejos. La innovación está en el corazón de las startups y resulta muy útil centrarse en la observación para aportar valor a algo que ya existe.
6.- Métricas y Resultados. La orientación a resultados es fundamental para que cualquier proyecto sobreviva, pero cobra especial importancia en el ámbito de las startups. Los inversores prestan mucha atención a los análisis financieros antes de tomar la decisión de invertir, pero otra de las claves es centrarse en el equipo que va a llevarlo a cabo.
7.- Compromiso. Según el Primer Estudio sobre el Talento en Startups en España, realizado en 2014 por Talentoscopio, el 56% de los inversores consultados echan en falta más compromiso por parte de los CEO y cofundadores.
8.- Flexibilidad / adaptación al cambio. El tiempo de la rigidez en el mundo del trabajo y de la empresa ha pasado. Ahora vivimos en "un mundo líquido", como recuerda el sociólogo Zygmunt Bauman, en el que la capacidad para adaptarnos a los cambios y para ser flexibles para afrontar las diferentes coyunturas es un valor fundamental. Saber ajustarse a las necesidades del momento e incluso anticiparse a ellas debe ser el faro de todo proyecto.
9.- Capacidad de gestión. Las características intrínsecas de una startup y las metodologías LEAN que ponen en marcha hacen que sean modelos ágiles, sin embargo, cuando los equipos empiezan a crecer, hay muchas carencias desde un punto de vista de gestión. No hay que descuidar la gestión del talento, la de los recursos financieros, la de la organización del día a día, la gestión estratégica…
10.- Devolver parte de lo que la sociedad te ha dado. La solidaridad en cualquier ámbito de la vida (personal y profesional) es un gran activo en el siglo XXI. Ser capaces de entender las necesidades de los demás, aportar soluciones, dar valor y hacerlo con pasión permitirá generar un bienestar que afecte positivamente a la vida de miles de personas.