Su aspecto ya deja entrever que se trata de un modelo especial, aunque los diseñadores tampoco han recargado en exceso una estética que, siendo indiscutiblemente deportiva, no abusa de aditamentos exagerados, sino que más bien mantiene un toque elegante. Su público objetivo es el de los jóvenes amantes de la conducción, que disfrutarán de un […]
Dirigentes Digital
| 14 mar 2016
Su aspecto ya deja entrever que se trata de un modelo especial, aunque los diseñadores tampoco han recargado en exceso una estética que, siendo indiscutiblemente deportiva, no abusa de aditamentos exagerados, sino que más bien mantiene un toque elegante. Su público objetivo es el de los jóvenes amantes de la conducción, que disfrutarán de un coche con un extraordinario rendimiento a un precio bastante aquilatado, si tenemos en cuenta lo que ofrece a cambio.
La apariencia exterior del Ford Fiesta ST es la de un vehículo más musculoso que el resto de versiones de la gama, visto desde cualquier ángulo. Para empezar, su frontal es más agresivo y destaca por unas tomas de aire mayores, que ayudan a mejorar la refrigeración del motor. Desde una perspectiva trasera las diferencias también son notables, gracias a un llamativo difusor, a los tubos de escapes dobles y al voluminoso spoiler posterior. En el lateral todas las líneas están más marcadas y la sensación de poderío se acrecienta con las llantas de aleación de 17 pulgadas, unos pronunciados estribos y pasos de rueda más abultados. Por cierto, este modelo sólo se comercializa con esta carrocería de tres puertas que acentúa su carácter, salvo en Estados Unidos donde también tienen la opción de una de cinco.
En el interior también encontramos cambios en relación a sus hermanos, pero sin perder ese toque de discreción que camufla su potencial a ojos de los menos expertos. A pesar de ello, no faltan los elementos imprescindibles que un buen aficionado exige a un coche deportivo, empezando por los magníficos asientos Recaro, que envuelven y sujetan el cuerpo a la perfección. Los pedales en aluminio, varios detalles de carbono y algún retoque más completan un habitáculo atractivo que, quizá, el público joven hubiera preferido que llamara más la atención. Lo que sí se ha conseguido es un sonido cautivador, gracias al montaje de una caja de resonancia activa que transmite la bravura del motor cuando damos gas sin contemplaciones.
Corazón de atleta
Y es que, precisamente, una de las claves del brillante rendimiento que ofrece este vehículo la encontramos en el moderno motor 1.6 EcoBoost de gasolina, un propulsor con inyección directa y turbocompresor que desarrolla 182 caballos y que responde extraordinariamente desde bajas revoluciones. Su par máximo de 240 Nm está disponible entre las 1.600 y las 5.000 vueltas, lo que se traduce en unas reacciones muy vivas prácticamente desde el ralentí y en casi todo el rango de utilización de esta mecánica vibrante. Además, si pisamos a fondo el acelerador, nos encontramos con un extra de fuerza, pues durante 20 segundos el par se eleva a los 290 Nm (lo que se conoce con el nombre de overboost).
Estas características, unidas a las de una caja de cambios manual de seis velocidades con poco salto entre una y otra marcha,hace que se consigan aceleraciones muy buenas y recuperaciones brillantes, incluso en las marchas más largas. Por ejemplo, se pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en 6,9 segundos y se pueden alcanzar los 220 km/h de punta, todo ello sin llegar a los 6 litros de consumo medio.
Pero las mejoras técnicas van mucho más lejos. El sistema de suspensión ha sido revisado por completo respecto a los Fiesta "normales", incorporando unas rótulas mejoradas, un eje trasero torsional que reduce el rozamiento y unos amortiguadores y muelles que proporcionan mayor dureza y hacen que la distancia al suelo de la carrocería se rebaje 15 milímetros. Esto implica que la rigidez aumente y, a consecuencia de ello, el coche tiene mucho más aplomo sobre la carretera y transmite una sensación de seguridad superior.
Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, no resulta en absoluto incómodo, salvo que se trate de una zona con asfalto muy bacheado, donde lógicamente las sacudidas bruscas se multiplican.
Ágil y rápido
La diversión está garantizada al volante del Fiesta ST. Es un coche ágil y muy equilibrado que, además, tiene una excelente puesta a punto de los sistemas de electrónicos de ayuda a la conducción, que trabajan con eficacia, pero sin limitar constantemente la entrega de potencia como hacen otros modelos. Eso supone cierta permisividad para ir encadenando curvas deprisa, sin que dichos sistemas nos incomoden con una intervención continua, pero teniendo la tranquilidad de que actúan de inmediato si hay que corregir una situación donde haya riesgos claros sufrir un accidente. Las sensaciones que transmite nos harán disfrutar de verdad.
El control de estabilidad permite seleccionar tres posibilidades de funcionamiento: una estándar, otra más deportiva, que retarda su intervención (suficiente para resultar entretenida, sin comprometer la seguridad), y una tercera donde se desconecta por completo, sólo recomendada para que la utilicen conductores expertos en circuitos cerrados. Este control de estabilidad actúa en combinación con el Torque Vectoring, un mecanismo que frena la rueda delantera interior cuando abordamos una curva a mucha velocidad, de manera que evita que el vehículo se vaya de morro y facilita su entrada hacia el interior del viraje. El sistema permanece siempre activo, incluso con el ESC desconectado.
El comportamiento eficaz se completa con una dirección eléctrica más rápida que en los demás Ford Fiesta, con un tacto preciso que aporta una confianza extra a quien se sienta al volante. Redondea el resultado la incorporación de frenos más potentes, con discos más grandes y ventilados en el eje delantero, así como discos macizos en el tren posterior que, por primera vez, no lleva tambores. La consecuencia no sólo es que se reducen las distancias de frenado, sino que también resisten más el uso extremo, retrasando la pérdida de rendimiento.