Según informa Bloomberg, los altos directivos de los mayores bancos de inversión estadounidense, los que más se juegan en el negocio local, se reunieron ayer con el máximo dirigente de la Hacienda del país, George Osborne, que intentó transmitirles la importancia de mantener a Londres como el primer centro financiero europeo. A la reunión asistieron […]
Dirigentes Digital
| 08 jul 2016
Según informa Bloomberg, los altos directivos de los mayores bancos de inversión estadounidense, los que más se juegan en el negocio local, se reunieron ayer con el máximo dirigente de la Hacienda del país, George Osborne, que intentó transmitirles la importancia de mantener a Londres como el primer centro financiero europeo.
A la reunión asistieron Michael Sherwood, de Goldman Sachs, Robert Rooney, de Morgan Stanley, Alex Wilmot-Sitwell de Bank of America, Bill Winters de Standard Chartered y Viswas Raghavan de JP Morgan.
Según indicaron los asistentes, el Gobierno y la industria financiera comparten "un objetivo común para ayudar a Londres a mantener su posición" como principal centro de las finanzas europeas". "La decisión británica de abandonar la UE claramente presenta retos económicos, que estamos decididos a afrontar trabajando juntos", explicaron los asistentes en un comunicado.
Sin embargo, y pese al mensaje de calma, la reunión pone de relieve la preocupación por la pérdida de empleo en el sector. JP Morgan fue uno de los primeros en anunciar que estudia la posibilidad de trasladar a miles de sus empleados a otras regiones. Y serían muchos los que seguirían sus pasos.
Según un reciente informe del think tank New Financial, el 87% del personal de la banca de inversión estadounidense que opera en la Unión Europea se encuentra afincado en Reino Unido, que, además, acoge el 78% de la actividad de los mercados de capitales de la región.
Elevadas cifras que también hacen temer por el impacto en la evolución económica del país. Según advierten los analistas de Fidelity, "el voto contrario a seguir en la UE y la consiguiente incertidumbre política lastrarán el crecimiento británico. Las inversiones empresariales probablemente se congelen y la confianza de las empresas se resentirá hasta que las cosas estén más claras".
Los expertos recuerdan que los datos de la macro británica ya venían deteriorándose en los últimos meses, "y esta conmoción probablemente sea suficiente para arrojar a la economía a la recesión durante la segunda parte del año".
Desde JP Morgan, sin embargo, recuerdan que Reino Unido representa solo un 4% del PIB mundial, por lo que "creemos improbable que el imapcto directo de la salida de la UE sea suficiente para provocar una recesión a escala mundial". Sin embargo, sí reconocen que la confianza de las empresas podría verse lo suficientemente mermada como para motivar despidos fuera del Reino Unido. "No sería de extrañar que la actual fuera la antesala de un periodo de recesión, y aunque este escenario es poco probable, debemos recordar que los riesgos de recesión a medio plazo ya venían incrementándose incluso antes del Brexit", indican desde la firma.
Desde Fidelity advierten a los inversores que tampoco hay que olvidar las lecciones aprendidas de otras crisis, como la de deuda soberana en europa que entre 2011 y 2012 produjo volatilidad en los mercados financieros mundiales después de que se extendiera desde los países periféricos pequeños hasta otros "demasiado grandes para caer" como Italia y España. "Fue principalmente una crisis económica y financiera, más que política, que se contuvo cuando el BCE entró en escena. El contagio político es más gradual, pero también es más difícil de detener", explican.
En el sentimiento de las grandes gestoras aún pesa, sin embargo, el apoyo de los bancos centrales al mercado. Sin embargo, recuerdan que "aunque los organismos han sido capaces de traspasar el suelo del cero y ya suman 8,2 billones de dólares los títulos de deuda pública que cotizan con rendimientos negativos, esta situación está teniendo efectos secundarios negativos, sobre todo para el sector bancario".
Así, y aunque "los bancos centrales probablemente todavía sean eficaces en situaciones de pánico, es improbable que sean capaces de estimular el crecimiento", explican desde Fidelity, recordando que en este entorno es el gasto público el que debe tomar el relevo.