Desde los máximos del año, los principales índices de renta variable acumulan pérdidas cercanas al 10%, y aunque aún así las Bolsas europeas ganan de media el mismo porcentaje, analistas y gestores esperaban más del ejercicio en el que Mario Draghi ha sacado y hasta recargado su bazuca. Pero, de hecho, buena parte del deslucido […]
Dirigentes Digital
| 31 dic 2015
Desde los máximos del año, los principales índices de renta variable acumulan pérdidas cercanas al 10%, y aunque aún así las Bolsas europeas ganan de media el mismo porcentaje, analistas y gestores esperaban más del ejercicio en el que Mario Draghi ha sacado y hasta recargado su bazuca. Pero, de hecho, buena parte del deslucido cierre de estos 365 días se debe a la decepción causada por una ampliación de estímulos que no ha logrado cumplir con las elevadas expectativas despertadas.
"Lo que el BCE te da, el BCE te quita", podríamos decir, pero la autoridad monetaria de la Zona Euro no ha estado sola a la hora de emborronar este 2015. Pues la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de mantener el pulso por la cuota de mercado, enrocada en no reducir sus niveles de producción, en un mercado ya inundado de oferta, ha puesto la puntilla a un crudo que, como el resto de commodities, estaba ya tocado y hundido.
Antes, los interrogantes en torno al crecimiento de China, el temor a un "aterrizaje forzoso" del gigante asiático eran los encargados de abrir la veda de las ventas, en unos mercados temerosos ante el inicio del ciclo alcista de la Reserva Federal (Fed). Un movimiento pospuesto durante buena parte del año y que finalmente ha llegado en el último mes, sin hacer descarrilar a los mercados, pero ahondando en la veta de las incertidumbres que ya acosaban al inversor.
No, no ha habido Grexit, ni ruptura de la Zona Euro (aunque sí un "corralito" y un tercer rescate para la república helena); y sí, los bancos centrales han entrado en escena en muchas ocasiones para evitar el peor escenario, pero la reacción a los últimos anuncios de BCE o Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés) ha puesto de manifiesto que quizá su poder para calmar los ánimos ha tocado techo. Mientras, el divergente camino tomado por la Fed, más allá de la apuesta por la fortaleza de Estados Unidos que supone, genera más dudas que certezas, al no estar muy claro cuál será el impacto de este ciclo alcista en los distintos activos.
Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG, resume el año de la siguiente manera: "Las materias primas, y la evolución de China y otras economías emergentes han ejercido un lastre muy importante para las Bolsas, neutralizando en gran medida el efecto de la política monetaria del BCE. En ausencia de esos factores bajistas, las subidas de los selectivos europeos hubieran sido entre un 10% y un 20% superiores".
Para 2016 cree que "las cuestiones que han marcado el 2015 van a continuar monopolizando la agenda de los inversores (…) Si la divisa europea prosigue su tendencia bajista (el BCE guarda en la manga la ampliación de las compras), el crudo consigue estabilizarse, y el gigante asiático mantiene su ritmo de crecimiento (cifrado en el 6,5%, tras la batería de medidas emprendidas por sus autoridades), la frustrada subida de 2015 podría tener otra oportunidad en 2016. Comprar en las correcciones parece ser la estrategia a seguir".
Por su parte, desde el Departamento de Análisis de Bankinter consideran que o que realmente importa, en el corto plazo, es que toquen suelo las commodities (particularmente el petróleo) y, en el medio, que los beneficios empresariales mejoren, sobre todo en Europa, "pero ninguna de las dos cosas vamos a verlas enseguida (aunque sí a lo largo de 2016)". Con todo, su consejo para el próximo ejercicio es "posicionarnos en Bolsas (de forma selectiva), fondos de retorno absoluto e inmobiliario (activos)".