En su comparecencia durante el European Banking Congress en Frankfurt, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha dejado claro que más allá del ajuste de los precios gracias al “cierre gradual de la brecha de producción, la trayectoria de la inflación aún depende de que se mantengan unas condiciones financieras laxas”. Por ello, ha afirmado […]
Dirigentes Digital
| 18 nov 2016
En su comparecencia durante el European Banking Congress en Frankfurt, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha dejado claro que más allá del ajuste de los precios gracias al “cierre gradual de la brecha de producción, la trayectoria de la inflación aún depende de que se mantengan unas condiciones financieras laxas”. Por ello, ha afirmado tajante, “seguimos comprometidos con un alto grado de acomodación monetaria, que es necesario para asegurarnos que los precios se acerquen a un nivel inferior, pero cercano, al objetivo del 2% a medio plazo”. Y es que, más allá de las “tendencias alentadoras” que se observan en la economía de la Zona Euro, el banquero italiano tiene claro que “no debemos bajar la guardia”, pues la inflación sigue muy por debajo de la meta del BCE y aún “no observamos un fortalecimiento consistente en la dinámica de precios subyacente”. De hecho, Draghi ha afirmado, tras describir los principales riesgos que afronta la región (geopolítica, banca y precios), que “no podemos ser optimistas sobre las perspectivas económicas”. En este sentido, ha apuntado especialmente al sector financiero. Más resistente que en el pasado, pero cuya “rentabilidad aún es un desafío (…) Uno de los factores que pesa sobre ella es el bajo crecimiento y el entorno de inflación reducida, lo que se traduce en menos tipos de interés”. Al mismo tiempo, ha añadido, quedan deberes pendientes, cuestiones estructurales, que la propia industria y las autoridades políticas deben afrontar. “Ahora es el momento de terminar la agenda reguladora y entrar en un periodo de estabilidad, donde el foco esté en la implementación, no en el diseño”, ha apuntado. Recordemos que el programa de compra de activos (QE) del BCE finalizaría en marzo de 2017 y, con una inflación de apenas el 0,5% en octubre, el mercado comienza a descontar que se ampliará su duración al menos seis meses (septiembre). De hecho, los analistas más optimistas apuntan incluso a un incremento del tamaño de las adquisiciones desde los 80.000 millones de euros actuales.