Estoy convencido de que ustedes también lo han notado. Me refiero a que la información sobre economía y mercados ha vuelto a la máxima actualidad en los primeros días del año tras un impasse de meses. En concreto, desde el verano pasado. Al final, el drama de los mercados y las amenazas para la economía […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Estoy convencido de que ustedes también lo han notado. Me refiero a que la información sobre economía y mercados ha vuelto a la máxima actualidad en los primeros días del año tras un impasse de meses. En concreto, desde el verano pasado. Al final, el drama de los mercados y las amenazas para la economía "ponen de actualidad" a los economistas y analistas. Nos convertimos de esta forma en los "portavoces" de malas noticias. Agoreros dirían algunos. Esperemos que sea un papel efímero de nuestra labor real.
De hecho, siempre he pensado que la economía (y los mercados ya son parte y no sólo un indicador económico) debe volcarse en la búsqueda de la satisfacción de la sociedad. De su felicidad. Pero, claro, ¿cómo podemos identificar felicidad con dinero? ¿y con crecimiento?
Hace tiempo que desde los organismos internacionales se admite que el PIB no es un indicador eficiente del bienestar de la sociedad. En realidad, la felicidad en sentido estricto podría depender de siete factores: familia, finanzas personales, trabajo, comunidad, amigos, salud, libertad de decisión y valores personales. Ya les entiendo: muchos de los factores anteriores son subjetivos; la mayoría, difíciles de estimar como por el contrario siempre se puede hacer con el PIB. Es un debate que se mantiene abierto.
Para algunos economistas, el crecimiento a medio y largo plazo no ha traído la felicidad. ¿No es la mejor prueba la situación actual? Tras la ‘Gran Moderación’ y la ‘Gran Recesión’. Aquí ya pueden considerar el debate actual sobre la desigualdad de la renta y riqueza, las nuevas tensiones políticas, sociales, religiosas…un mundo mucho más complejo. E infeliz.
Sólo nos quedan los mercados, naturalmente a aquellos que invierten en ellos. Y que pueden hacerlo. En los años setenta un economista dijo que normalmente los ricos son más felices que los pobres; pero una sociedad cada vez más rica no es más feliz. Las comparaciones, siempre odiosas, quizás expliquen esta aparente contradicción del individuo frente a la sociedad.
Ayer las Bolsas finalmente volvieron a caer. Con muchos titubeos, como vemos hoy. En paralelo, aunque no sé si es el origen o la consecuencia, se mantienen las dudas a nivel económico. El futuro inmediato, especialmente. Más debate, aunque los intentos de consolidación muestran que poco a poco la racionalidad vuelve al mercado. ¿Más felices que ayer? No lo tengo nada claro. Pero, lo que sí sé es que los economistas seremos un poco menos demandados hoy por los medios que a principios de la semana. Aunque esto también puede ser un descanso efímero, consideramos el escenario tan complejo que tenemos por delante en el año.
El último número de la revista Finanzas y Desarrollo del FMI incluye una entrevista al profesor Layard, director del Programa de Bienestar del Centro de Desempeño Económico de la LSE. Merece la pena que lo lean.
José Luis Martínez Campuzano es estratega de Citi en España.