Sobre la mesa, el banquero italiano y sus "compañeros" tienen ya la primera subida de tipos de la Reserva Federal (Fed) en casi una década; la incesante sangría de las commodities, que se lleva por delante cualquier intento de repunte de la inflación, ya saben, su objetivo a medio plazo sigue en el 2%; los […]
Dirigentes Digital
| 21 ene 2016
Sobre la mesa, el banquero italiano y sus "compañeros" tienen ya la primera subida de tipos de la Reserva Federal (Fed) en casi una década; la incesante sangría de las commodities, que se lleva por delante cualquier intento de repunte de la inflación, ya saben, su objetivo a medio plazo sigue en el 2%; los interrogantes que planean en torno al crecimiento económico ante la crisis emergente liderada por el gigante asiático; y una ingente inestabilidad en los mercados.
Sin duda, las nada halagüeñas condiciones monetarias y financieras del pasado diciembre, se han deteriorado aún más, pero no podemos olvidar que, aunque no cumpliera las expectativas, el BCE ya amplió sus estímulos entonces: rebajó el tipo de depósito, amplió la duración de su programa de compra de activos (QE), anunció que se reinvertirá el principal a su vencimiento en más QE e incluyó en el mismo deuda regional y local. Por tanto, los expertos sostienen que la autoridad monetaria se va a mantener al margen revisando el impacto de estas "recién nacidas" medidas, aunque creen que, una vez más, Mario Draghi reiterará que cuenta con armas suficientes para actuar cuando sea necesario.
Así, un 61% del consenso aguarda más flexibilización monetaria en 2016, con un 45% de los economistas encuestados por Bloomberg apostando por apoyos adicionales en marzo y un 34% en junio.
Barclays, que espera que los precios vuelvan a ser negativos entre febrero y julio para después repuntar, cree que "como parte de la revisión semestral del Programa de Compra de Activos (APP por su siglas en inglés), que probablemente se lleve a cabo en marzo, el BCE podría decidir ampliar los activos de garantía e incluir más bonos corporativos". También ve posible otro recorte del tipo de depósito, sin embargo, "creemos que existe el riesgo de un impacto negativo en la banca, que Draghi debe tener en cuenta". Así, probablemente espere varios meses para evaluar las consecuencias de su última rebaja, por lo que tal opción no la prevén antes de junio.
"Lo mismo ocurre con el QE (…) seguramente el BCE aguarde antes de ajustar el tamaño o el plazo del mismo. Dadas las limitaciones de mercado, creemos que un aumento del ritmo mensual de las compras es menos probable y haría falta un mayor deterioro de las perspectivas de inflación. Además, las Actas de la reunión de diciembre sugieren que una reducción del tipo de depósito tendría menos resistencia en el seno del Consejo que una extensión de las adquisiciones de deuda", explica la firma.
En cualquier caso, estos analistas consideran que la autoridad monetaria de la Zona Euro "se está acercando al límite de lo que puede ofrecer de forma realista para cumplir con su mandato de garantizar la estabilidad de los precios". Y es que, explican, haga lo que haga el impacto sobre la inflación no será considerable. "Se deben poner en marcha políticas fiscales y reformas estructurales tanto a nivel regional como doméstico, tal y como Draghi ha dicho en múltiples ocasiones", concluyen.
Desde Capital Economics consideran que es sólo una cuestión de tiempo que los miembros pro-estímulos se impongan a los más reticentes (con Alemania a la cabeza) que ganaron la batalla el mes pasado. El momento más probable, en su opinión, parece ser el segundo trimestre; y las medidas a tomar una nueva rebaja del tipo de depósito (-0,3% no es necesariamente el suelo, pues el Banco Nacional de Suiza la recortó hasta el -0,75% sin repercusiones negativas obvias y debate una nueva reducción), y una ampliación del QE hasta los 80.000 millones mensuales, desde los 60.000 millones actuales.
Para Michael Boye, experto en renta fija de Saxo Bank, la macro parece apuntar a que las medidas del BCE, aunque lentas, están siendo efectivas. Sin embargo, el tono de la conferencia de prensa de Draghi "con casi total seguridad no reflejará este escenario, porque los mercados financieros han tenido su peor comienzo desde el año 2008".
Ahora bien, para este analista "tal como vimos en la reunión de diciembre, lo más probable es que los inversores queden decepcionados, ya que el banquero italiano se encontrará con las manos atadas por el exceso de rentabilidad de la economía europea. Esto plantea la pregunta: además de la estabilidad de precios y la estabilidad del empleo, ¿el BCE tiene una tercera agenda oculta, como puede ser el aumento de los precios de las acciones? El tiempo lo dirá".
El arsenal que aún guarda Draghi
Mientras, a vueltas con qué medidas pueden ser realmente efectivas, entre los riesgos derivados de estas medidas excepcionales y la necesidad de cumplir con los objetivos de inflación marcados, José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, destaca que "los bancos centrales se enfrentan a la necesidad de dar respuestas que ellos mismos no tienen".
Esto, afirma, "es lo que le pasa en estos momentos al BCE". Y estas, enumera, son los pasos que podría dar, el arsenal que aún guarda Draghi: aumentar la compra mensual de papel, las operaciones temporales, la duración del QE, reducir más el tipo de depósito, incrementar el mínimo de reservas sujetas al mismo, rebajar el tipo de refinanciación y/o el de interés marginal, cambiar la política de préstamos (alargando su duración), vincular los objetivos de compra a niveles de desempleo, cambiar el abanico de instrumentos bajo el QE, ampliar el tamaño de activos comparables modificando límites de deuda en cartera, intervenir en el mercado de divisas, ¿inyectar liquidez directamente en los Tesoros? o "combinar muchas de las posibles decisiones anteriores".