Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova y autor del libro “Santis y Q3. Aventuras directivas”, la risa en el trabajo, lejos de ser una frivolidad, fomenta el optimismo, el compromiso, la creatividad y la felicidad en los trabajadores y por lo tanto en su rendimiento, porque por ejemplo, el simple hecho de […]
Dirigentes Digital
| 07 nov 2016
Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova y autor del libro “Santis y Q3. Aventuras directivas”, la risa en el trabajo, lejos de ser una frivolidad, fomenta el optimismo, el compromiso, la creatividad y la felicidad en los trabajadores y por lo tanto en su rendimiento, porque por ejemplo, el simple hecho de tener una sonrisa hace a un empleado más persuasivo. “Un chiste a tiempo es de las cosas más inteligentes que puedes hacer en una reunión tensa” explica el experto, que añade: “El sentido del humor rebaja la tensión, facilita el encuentro de posiciones divergentes, nos recuerda de una forma natural para qué estamos reunidos. También coloca a las personas en un lugar más efectivo ante los problemas, les vuelve más dispuestos a resolver las situaciones inconvenientes que lamentarse de ellas”. Pero el riesgo del sentido del humor es usarlo mal, comenta el director de Infova, ya que de esta manera puede traerle más problemas que beneficios. De entrada porque el sentido del humor es muy personal y hay que manejarlo con criterio. Los empleados siempre son muy exigentes con sus jefes, y si es jefe tiene que cuidar lo que dice. En España el sentido del humor se perdona poco en entornos como la política, los famosos o los directores. Según Gonzalo Martínez de Miguel, sí hay ciertas estrategias que se pueden poner en práctica. – No confunda el sentido del humor con el sarcasmo y la ironía: ambas están catalogadas como formas violentas de comunicación. Una bofetada envuelta en una ironía sigue siendo una bofetada, incluso escuece más. Tampoco vale esconder una reclamación dentro de una broma y pretender que la reclamación esté hecha. El humor no es el medio para hacer reclamaciones, ni para dar feedback de verdad. – Establezca el código de conversación que considere adecuado, sin miedo a correr algún riesgo: el jefe es quien tiende a marcar el tono de la conversación y la comunicación dentro del equipo. Una forma muy sana de abrir la puerta al buen ambiente, por parte de quien dirige, es llevar el sentido del humor al grupo a través de comentarios jocosos, celebrar las manifestaciones de humor adecuadas, incluso estimularlas dando pie a conversaciones divertidas. Al mismo tiempo puede poner límites cuando entienda que ese tipo de humor no es el que ayuda al equipo a avanzar. – Desdramatice lo que hace y no se dé tanta importancia. Ríase un poco más de sí mismo. Es mejor siempre reírse de usted que de otro. Reírse del grupo del que forma parte, pero estando usted dentro, no viéndolo como si usted estuviera fuera. Tampoco haga de todo un chiste ni llegue al punto de que no le tomen en serio. – Celebre las manifestaciones de humor que sumen al clima del equipo, pero también ponga atención al empleado que siempre está de mal humor o al que tiene un sentido del humor que nadie comprende. Para ello asegúrese de que sabe que su actitud no es admisible, que afecta negativamente al equipo y pídale claramente que ofrezca otra cara a sus compañeros. Si el empleado tiene un humor que el resto del equipo no entiende, también necesita saberlo. “Es importante no perder la capacidad de reírnos de nosotros mismos. Las empresas están plagadas de personajes singulares, unos son grotescos, otros refinados hasta el absurdo, unos son engolados y pretendidamente importantes, y otros están más cerca del ridículo de lo que ellos quisieran”, afirma Martínez de Miguel.