Curiosamente cuando el Estado Islámico se encuentra más débil en su objetivo de expandir su califato por Siria e Irak, ha logrado atentar por primera vez en suelo occidental. Durante el verano de 2014, el ejército yihadista lanzaba una ofensiva desde el centro de Irak. En pocos meses, con técnicas de guerrilla doblegaban a las fuerzas gubernamentales iraquís y conquistaban las ciudades de Mosul y Trikit y aprovecha el caos en Siria para arrinconar el régimen de Damasco.
En menos de un año las fuerzas yihadistas amenazaban literalmente las capitales de Irak y Siria y despertaba los recelos de la comunidad internacional. Contrario a la estrategia de Al Qaeda de no ocupar territorios para dificultar que sean localizados por sus enemigos, el Estado Islámico se ha propuesto expandir su territorio, una decisión que le está haciendo morir de éxito. Hace uno meses es el foco de ataques de todas las fuerzas locales e internacionales en todos sus frentes.
El avance del Estado Islámico obligó a Estados Unidos a lanzar ataques aéreos en Irak, que se han intensificado después del verano gracias al apoyo de Reino Unido, Francia y otros aliados árabes. La ofensiva de los últimos días de Francia en Raqqa forma parte del despliegue aliado en la zona.
Gracias al apoyo aéreo, los kurdos han recuperado el control de la frontera con Jordania y parte de la siria. El Estado islámico ha perdido la ciudad iraquí de Kobani. Desde julio Turquía ha entrado de lleno en la ofensiva anti yihadista con bombardeos en territorio sirio e iraquí. Además de ceder bases a Estados Unidos y al resto de aliados de la coalición.
La participación de las fuerzas internacionales ha facilitado que milicias kurdos avancen por el terreno. La última derrota de los yihadistas ha sido en Sinja, ciudad estratégica porque pone en contacto Raqqa con Mosul.
Además, en toda esta ofensiva, el Estado Islámico ha peridido a su número dos, Abu Moatasem al Quraishi, y se especula con la posible muerte de su líder máximo, Abu Bakr al Bagdadi.