Cuando hablamos de economía colaborativa, lo primero que viene a la cabeza son las plataformas como Airbnb o Uber, que tantos quebraderos de cabeza están dando en España a las empresas tradicionales que ofrecen servicios de alojamiento y desplazamiento. No es para menos ya que junto con BlaBlacar y Deliveroo, registran anualmente unos ingresos por […]
Dirigentes Digital
| 01 oct 2017
Cuando hablamos de economía colaborativa, lo primero que viene a la cabeza son las plataformas como Airbnb o Uber, que tantos quebraderos de cabeza están dando en España a las empresas tradicionales que ofrecen servicios de alojamiento y desplazamiento. No es para menos ya que junto con BlaBlacar y Deliveroo, registran anualmente unos ingresos por encima de los 28.000 millones de euros. Sin embargo son muchas más las que tienen buena acogida en el conjunto europeo y que están fomentando que desde la Comisión Europea y el Parlamento Europeo se debata para encontrar un buen marco en el que encajen. Los desafíos a los que se enfrenta el conjunto de la Unión Europea son múltiples. Por un lado, dar acogida a estas empresas que fomentan la creación de empleo y la inyección económica desde la innovación. Por otro, que su entrada en el mercado de la competencia se haga de una forma leal y equitativa. En su mayoría son empresas que han visto la posibilidad de buscar un nicho de mercado en activos que estaban infrautilizados. Compartir casa, coche, un menú de comida, noticias, cualquier objeto cotidiano desde un taladro hasta una bici eléctrica. El poder de Internet y las nuevas tecnologías han hecho que muchas plataformas nazcan gracias al potencial que tiene poner en contacto a una comunidad con intereses compartidos. En el segmento de las finanzas se encuentra muy bien posicionada la plataforma Zopa, de referencia en Reino Unido. Ha prestado unos 800 millones de libras en el último año, poniendo en contacto a inversores y solicitantes de préstamos, sin ser necesario acudir a un banco, ofreciendo un producto competitivo y desde la inversión ética. Este segmento en España no termina de encajar. Comunitae nació en 2008 para introducir en nuestro país el crowlending a imagen y semejanza de Estados Unidos o Reino Unido, pero a día de hoy ya no otorga préstamos a particulares, salvo excepciones, centrándose en las empresas. Las principales razones para que no avance al mismo ritmo que en Reino Unido son la falta de confianza de los inversores y los préstamos de los bancos tradicionales con intereses competitivos. Lea aquí el reportaje completo