Las autoridades portuguesas han intentado por todos los medios buscar una solución con capital privado para BES, pero los
acontecimientos se han precipitado de tal manera que esta noche anunciarán la intervención en la entidad y los planes de recapitalización.
El Fondo de Resolución Bancario, una institución parecida al Frob español pero con recursos privados procedentes de la banca, tendrá que inyectar de forma inmediata más de 3.000 millones para sanear la entidad, después de que la semana pasada presentará
unas pérdidas de 3.500 millones por el deterioro de los activos vinculados al holding familiar de Espirito Santo. El agujero patrimonial del banco y la caída de sus ratios de solvencia superaron las previsiones más pesimistas del Banco Portugal y de los actuales administradores. La exposición al resto de las
empresas se ha llevado por delante las provisiones de 2.100 millones del BES.
Recapitalización de 4.000 millones
El 100% del capital del banco pasará a manos del Fondo de Resolución que actualmente solo dispone de recursos por 182 millones. El Gobierno tendrá que acudir a la troika para activar los 6.500 millones que tiene disponible para reforzar el sistema financiero. Esta decisión devolverá al país otra vez durante seis a estar bajo la tutela de la troika durante otros seis meses. Portugal se desvinculó totalmente de su control el pasado mes de mayo.
La troika entra en escena
El préstamo tendrá que ser devuelto en seis meses por lo que BES tendrá que ser vendido en estos plazos a inversores privado o proceder a su liquidación. Desde el primer momento, el Banco de Portugal ha afirmado que BES cuenta con el interés de varios inversores extranjeros para quedarse con él. La creación de un banco malo debería aumentar todavía más el interés en la entidad. Entre los planes que se baraja estaría sacar una parte del ‘nuevo Bes’ a bolsa.
Con esta fórmula de rescate, Portugal se ajustaría a la nueva normativa de Bruselas en la que se basa la Unión Bancaria donde queda protegido el contribuyente y la recapitalización de la banca correrá a cuenta del propio sector. De esta manera, se presupone que los actuales
accionistas de BES y los tenedores de deuda subordinada perderán prácticamente la totalidad del capital invertido.