China es la segunda economía del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos, y sobre sus "hombros" ha recaído una cuarta parte del crecimiento mundial desde 2005. El año pasado representó el 14% del PIB, medido en dólares, prácticamente la misma proporción que Japón, Alemania y Reino Unido. Magnitudes alcanzadas a una velocidad de vértigo, […]
Dirigentes Digital
| 08 ene 2016
China es la segunda economía del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos, y sobre sus "hombros" ha recaído una cuarta parte del crecimiento mundial desde 2005. El año pasado representó el 14% del PIB, medido en dólares, prácticamente la misma proporción que Japón, Alemania y Reino Unido.
Magnitudes alcanzadas a una velocidad de vértigo, pues en el año 2000, el peso del gigante asiático en el PIB mundial era inferior al 4% y su economía más pequeña que la de Reino Unido. Un tamaño, además, alcanzado mediante ingentes cantidades de inversión y apalancamiento, que ahora se están revirtiendo, para equilibrar el modelo, lo que deja al país en un momento de ‘metamorfosis’ hacia un sistema más centrado en los servicios y el consumo doméstico.
Así, los economistas de Citi describen que la economía China se encuentra en una transición, con parte en recesión y parte en situación sostenible. Cuantifican la parte en recesión en un porcentaje que podría ser un tercio del total (exportaciones y residencial) y advierten que este riesgo se está incrementando de la mano de la inversión.
Para los expertos de Threadneedle, China sigue siendo el gran interrogante para el nuevo año. "La desaceleración económica sigue vigente, pero nadie puede poner la mano en el fuego sobre su posible duración o gravedad", indican. En el mismo sentido se muestra Stephanie Flanders desde JP Morgan AM, indicando que el actual desafío del gigante asiático es gestionar su desaceleración cíclica sin socavar su migración estructural hacia una economía más orientada al consumo, "que amén de resultar beneficiosa para el propio país corregiría también ciertos desequilibrios mundiales".
Del mismo modo, urge a la nación a encontrar la fórmula para revertir los excesos financieros acumulados desde el auge del crédito posterior a la crisis, "preferiblemente antes de abrir por completo su cuenta de capital al resto del mundo".
Desde la firma confían en que las medidas adoptadas en los últimos meses ayuden a estabilizar la economía china, algo que podría aliviar la presión de los dirigentes para depreciar de nuevo el tipo de cambio para estimular las exportaciones netas y combatir la deflación. "Pese a lo anterior, tanto China como su divisa serán temas fundamentales para los inversores en 2016", indica Flanders.
La cuestión clave es si el país será capaz de ajustar el tamaño de la inversión productiva sin que este proceso acabe en una recesión. Para la firma no es fácil, sobre todo si tenemos en cuenta los elevados niveles de deuda privada, por lo que probablemente nos enfrentemos a dos o tres años de crecimiento "moderado". Oficialmente, indican, se trataría del 6,5%-7% marcados como objetivo para los próximos ejercicios, pero el crecimiento a medio plazo es ya del 5%.
Con todo, los expertos de Citi recuerdan que conocer los riesgos es lo adecuado, obsesionarse con que se pueden materializar puede ser un error. En este sentido, destacan que las políticas económicas expansivas y las reformas estructurales en marcha en China pueden ser claves para evitar el peor de los escenarios, un "aterrizaje forzoso".
Una posibilidad que también descartan los expertos de Capital Economics, en cuya opinión, gran parte de las recientes preocupaciones se asientan sobre el colapso de su Bolsa, que fue la "implosión de una burbuja de corta duración y no nos dice nada acerca de los cambios de la economía real". Sí, los datos de crecimiento oficiales son exagerados, pero los indicadores sobre el terreno se mantienen firmes. Esto, y el espacio para más estímulos, les lleva a señalar que "un repunte en el crecimiento es más probable que la caída que muchos esperan".
Ahora bien, reconocen que, incluso si China se "salva" del temido "aterrizaje forzoso", los efectos de un crecimiento más débil (y de una inversión menos intensiva) se dejarán sentir en el resto del mundo, especialmente en los emergentes. "Los productores de materias primas de Latinoamérica y África seguirán luchando", afirman, para destacar especialmente los problemas que las tensiones financieras pueden causar en Brasil, Turquía y Tailandia.
Por su parte, la agencia de calificación crediticia Fitch mantiene su escenario base de que el gigante asiático crezca un 6,8% en 2015 y un 6,3% en 2016, evitando así el "aterrizaje forzoso" a pesar de las recientes turbulencias del mercado y las noticias económicas negativas.
La firma considera que el pesimismo es exagerado, pues China será capaz de entrar en un periodo de requilibrio gradual hacia una economía de consumo, eso sí, con un modelo más lento de crecimiento.
Con todo, ha elaborado un escenario de shock en el que analiza el impacto global de una fuerte desaceleración en la inversión del país y que daría lugar a que la mejora del PIB se limitara al 2,7% en 2016 y al 3,6% en 2017. "Los países asiáticos, incluído Japón, serían los má fuertemente golpeados (3-4 pp), pero el PIB de las economías avanzadas también se contraería cerca de 1,5 pp en 2017 y los riesgos de deflación se incrementarían a nivel global", detalla.