Hasta 170.000 millones de euros (más de lo esperado por el consenso) planearía inyectar el Gobierno nipón para apuntalar su economía y emerger de la deflación, así como evitar los posibles efectos adversos del Brexit, según publica el diario local Kyodo News, citando fuentes cercanas al asunto. Más liquidez para un mercado al que muchos […]
Dirigentes Digital
| 21 jul 2016
Hasta 170.000 millones de euros (más de lo esperado por el consenso) planearía inyectar el Gobierno nipón para apuntalar su economía y emerger de la deflación, así como evitar los posibles efectos adversos del Brexit, según publica el diario local Kyodo News, citando fuentes cercanas al asunto.
Más liquidez para un mercado al que muchos consideran ‘adicto’ ya a las ayudas de las distintas autoridades. Más se espera en este sentido del Banco Central Europeo (BCE), pero no en su encuentro de este jueves, sino para septiembre. Eso sí, para no decepcionar, su presidente, Mario Draghi, deberá dejar la puerta abierta, y bien abierta, a nuevas ayudas en el futuro si son necesarias.
"Por el momento, consideramos que adoptará una actitud de ‘esperar y ver’. En dos meses dispondremos de sus nuevas previsiones macro, así como del efecto de las últimas compras de deuda pública y privada y de las reacciones de otros bancos centrales a la situación actual", apunta Renta 4. Recordando que la aversión al riesgo tras la consulta británica ha presionado de forma importante las rentabilidades de la deuda dificultando la labor de la autoridad monetaria, "que se va quedando sin bonos elegibles para adquirir".
En este sentido, Link Securities afirma que "al BCE le queda poca ‘munición’ y que va a tardar en utilizarla, al menos hasta que considere que es imprescindible su utilización. Un mensaje de esta corte, más moderado de lo que espera la mayoría, podría enfriar algo los ánimos en los mercados, al menos en el corto plazo. Por el contrario, si Draghi se muestra expeditivo, las Bolsas se verán reforzadas y continuarán recuperando terreno".
Con todo, estos expertos creen que el banco central deberá compartir protagonismo con otras citas importantes, como la publicación de la encuesta manufacturera de Filadelfia en Estados Unidos; y el avance de la temporada de resultados del segundo trimestre (con las cuentas de Roche, Unilever, Daimler, AT&T, General Motors o Starbucks).
"Wall Street está en máximos, pero no causa vértigo por la confianza en mejores beneficios empresariales en la segunda mitad del año y en esa ‘red de seguridad’ que representan los bancos centrales", apuntan desde el Departamento de Análisis de Bankinter. "Puede funcionar, pero tiene un peligro no despreciable", reconocen, pues "el déficit de alternativas de inversión con rentabilidades ‘decentes’ fuerza a asumir riesgos superiores. Tal vez esa ‘red de seguridad’ no sea tan sólida como parece o tal vez el Brexit tenga consecuencias serias más allá de Reino Unido. Cuidado".
Mientras tanto, en España, de hecho, Bankinter ha sido el primer banco en confesarse ante el mercado con un beneficio neto a 30 de junio de 286 millones de euros, lo que supone un incremento del 45%. Asimismo, dentro de nuestras fronteras, el Tesoro ha colocado 3.077 millones de euros en bonos a tres y cinco años, y obligaciones a 30, frente al objetivo de entre 2.500 y 3.500 millones que se había marcado inicialmente. Caen las rentabilidades en todos los plazos y, de hecho, por el más corto los tipos ya son negativos. Recordemos que el martes adjudicaba Letras a tres y nueve meses con una fuerte demanda y coste mínimo.
Respecto a las cuestiones políticas, la primera reunión entre la canciller alemana, Angela Merkel, y la primera ministra británica, Teresa May, parece haber sido cordial, con la primera ofreciendo más tiempo a la segunda para invocar el artículo 50 e iniciar el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE). Este jueves mantendrá asimismo un encuentro con el presidente francés, François Hollande.
Por otra parte, tras el intento fallido de golpe de estado, la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s (S&P) ha rebajado el rating de Turquía hasta "BB", lo que supone situarlo en nivel de "bono basura". Mientras, el Ejecutivo de Erdogan ha decidido decretar el estado de emergencia en el país durante tres meses.