La primera ministra británica, Theresa May, desplomó la libra al afirmar que activaría el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el proceso formal para abandonar el bloque de 28 naciones, a final de marzo de 2017, asegurando además que en la reunión anual del partido que iba a poner la soberanía y el control de […]
Dirigentes Digital
| 10 oct 2016
La primera ministra británica, Theresa May, desplomó la libra al afirmar que activaría el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el proceso formal para abandonar el bloque de 28 naciones, a final de marzo de 2017, asegurando además que en la reunión anual del partido que iba a poner la soberanía y el control de la inmigración por encima de la negociación comercial con la UE. “Esto implica un hard Brexit más que una variante suave, ya que permanecer en el mercado único significaría aceptar las normas de la UE sobre la apreciada normativa de la UE relativa a la total libertad de movimiento de las personas”, indica el experto, explicando que, a pesar de la gravedad, se trata solo y de momento de una declaración de intenciones. Pero lo quiere dejar claro: “Económicamente este sería el peor de los casos, y por ello se desplomó la libra”. Cornelissen estima que los principales riesgos para la economía del Reino Unido han aumentado, aunque el panorama sigue siendo incierto hasta que el artículo 50 sea realmente activado. “A corto plazo, la caída de la libra es un impulso para los exportadores del Reino Unido, y por supuesto para la Bolsa”, indica. “Pero en el medio plazo no podemos ser optimistas sobre el crecimiento económico en el Reino Unido. Una libra más débil tendrá efectos inflacionistas, y las empresas no compensarán a los trabajadores con aumentos salariales, ya que se escudarán en la incertidumbre de la situación”. Como consecuencia, los ingresos familiares sufrirán y las previsiones del PIB bajarán. “Esta incertidumbre obstaculizará la inversión extranjera y nacional en el Reino Unido; las empresas tendrán una actitud de “esperar y ver” antes de comprometerse a nada. La perspectiva a largo plazo depende del escenario Brexit que se despliegue, pero un “hard Brexit” apunta hacia fuertes pérdidas en el PIB para los próximos años”, asegura. ¿Volver a la OMC? “En términos de intercambio, un Brexit duro significa volver de nuevo a las normativas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque habría complicaciones, ya que aquellas se formularon en el contexto de la UE”, advierte Cornelissen, explicando que la adopción de normas de la OMC en el futuro vendrá con tarifas que supondrán un alto precio económico. “La cuestión crucial es si el Parlamento del Reino Unido tomará este camino. Un voto en contra podría forzar nuevas elecciones, algo que no se debe descartar”, asegura. Desde la firma recuerdan que el Parlamento debe autorizar todas las acciones del Gobierno, desde lo trivial hasta ir a la guerra. Sin embargo, los conservadores tienen una escasa mayoría de sólo 16 diputados sobre todas las otras partes de la cámara de 650 asientos, de los cuales muchos están a favor de la UE, por lo que una votación sobre el artículo 50 es un riesgo para la Primera Ministra May. Por su parte, Cornelissen tiene claro que la UE seguirá haciendo todo lo posible para desalentar cualquier nueva salida, especialmente con el auge de los nacionalismos a raíz de la crisis de refugiados. “La UE se aliviará una vez el artículo 50 se active, y teniendo en cuenta que las elecciones francesas se celebrarán en abril de 2017 y las alemanas están previstas para septiembre, la fecha elegida de marzo de 2017 por May es conveniente para la UE”, asegura. A su juicio, no debemos olvidar que la UE tiene todos los incentivos para asegurarse de que el Reino Unido paga un precio económico alto para salirse de ella. “Mientras tanto, podemos esperar una mayor debilidad de la libra y la fortaleza del euro. Pero mucho dependerá de la evolución de los acontecimientos más que de un discurso de May que, en realidad, es solo el movimiento inicial de una gran y compleja partida de ajedrez que se avecina”, sentencia.