Al igual que el resto de bonos, los green bonds son productos financieros con todas sus características como rentabilidad, fechas de vencimiento y nota de las agencias de calificación crediticia. Su principal diferencia con otros segmentos del mercado de la renta fija es que deben ser utilizados para financiar proyectos medioambientales. Hasta ahora, las empresas […]
Dirigentes Digital
| 23 ene 2017
Al igual que el resto de bonos, los green bonds son productos financieros con todas sus características como rentabilidad, fechas de vencimiento y nota de las agencias de calificación crediticia. Su principal diferencia con otros segmentos del mercado de la renta fija es que deben ser utilizados para financiar proyectos medioambientales. Hasta ahora, las empresas habían sido protagonistas en la emisión de este tipo de ‘papel verde’. Pero los gobiernos, en sus estrategias para cumplir con los compromisos medioambientales, podrían convertirse en jugador clave en este mercado. Según el equipo de análisis de Bloomberg New Energy Finance, los Estados podrían asumir una cuota del 10% del total del mercado de bonos verdes que se emitirán este año, en un segmento que los expertos consideran que crecerá un tercio hasta sobrepasar los 123.000 millones de dólares a nivel mundial. Un reciente informe lanzado por la Comisión Europea el pasado mes de diciembre ya preveía esta tendencia, calificando los green bonds como “herramientas de inversión esenciales” para cumplir con los objetivos climáticos, energéticos y de desarrollo sostenible que la Unión Europea y Naciones Unidas pretenden para 2030, cifrando estas necesidades en 177.000 millones de euros. Según datos recopilados por Bloomberg, Polonia fue la primera en probar en este mercado con una emisión de 750 millones de euros el pasado año. Al país le seguirá Francia, que espera captar unos 2.500 millones de euros este año con operaciones similares, y también se espera una gran emisión de Nigeria a lo largo del mes de marzo. Se trata de un mercado creciente. Según datos de la Comisión Europea, en 2012 se emitieron a escala global 2.600 millones de dólares en green bonds. En 2015, el total de emisiones se multiplicó hasta los 41.800 millones de dólares. Y a cierre de noviembre de 2016 la cifra ascendía a 74.300 millones de dólares. Los datos oficiales demuestran cómo los emisores europeos y chinos lideran el mercado, siendo Francia y Reino Unido los más activos en este tipo de operaciones empresariales. Es cierto que aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo porque no existe una regulación común y potente para impulsar el desarrollo de estos bonos como fuente de financiación alternativa, y algunas voces critican la falta de normas para garantizar que estos productos se emplean de verdad en proyectos ecológicos con objetivos ambientales claros y medibles. De hecho, desde la Comisión ya se ha propuesto una Estrategia Europea de Bonos Verdes para impulsar este mercado. A pesar de los obstáculos, la tendencia por una ‘economía de bajo carbono’ parece imparable, y anticipa la llegada de nuevos jugadores, tanto por el lado de la oferta como de la demanda. De hecho, cada vez existen más gestoras que aplican criterios de inversión responsable a la hora de construir carteras. Y cada vez se lanzan más productos que invierten exclusivamente bajo estos criterios. Según las cifras de la comisión, los bonos verdes financian actualmente proyectos de energía renovable (representando el 45,8% de la emisión a nivel mundial en 2015), de eficiencia energética (19,6%), transporte bajo en carbono (13,4%), sostenibilidad en los sistemas de agua (9,3%) y gestión de residuos y contaminación (5,6%). “Por lo tanto, los bonos verdes constituyen un instrumento financiero importante para cumplir las ambiciones del paquete energético de la Unión, publicado el 30 de noviembre de 2016”, indican desde la institución.