Las economías se están ralentizando a escala mundial, exhibiendo un ritmo de crecimiento más moderado. El descenso del comercio mundial y de los precios de las materias primas son los dos marcadores más visibles. Por lo tanto, las divisas y el petróleo se han convertido en los grandes indicadores de percepción del riesgo hasta la […]
Dirigentes Digital
| 21 abr 2016
Las economías se están ralentizando a escala mundial, exhibiendo un ritmo de crecimiento más moderado. El descenso del comercio mundial y de los precios de las materias primas son los dos marcadores más visibles. Por lo tanto, las divisas y el petróleo se han convertido en los grandes indicadores de percepción del riesgo hasta la fecha. Sin progresión de los beneficios empresariales, es difícil imaginar una aceleración del rendimiento de las Bolsas, tanto en Estados Unidos como en Europa. Además, los calendarios electorales y políticos crearán un ambiente poco favorable para la inversión, ya que generarán picos de volatilidad en los próximos meses.
Todas las regiones convergen hacia un ritmo de crecimiento económico más débil. China viene desacelerándose desde hace más de cuatro años. Algunas estadísticas (consumo de electricidad, indicadores de confianza, precios de inmuebles) indican más bien una situación de crecimiento económico muy inferior al 6,9 % oficial que publica de forma activa el gobierno. En Estados Unidos, el crecimiento se está estabilizando, situándose alrededor del 2-2,5 %, bajo el efecto negativo de un dólar todavía fuerte. Por último, si bien Europa parece comprometida con una recuperación real, su crecimiento sigue siendo frágil (1,5 %) y podría revisarse a la baja en caso de producirse una nueva crisis exógena. Por ahora, la Zona Euro sigue siendo la que se beneficia del entorno más favorable, con abundancia de liquidez monetaria, bajos tipos de interés, descenso del desempleo, bajos precios del petróleo y superávits en cuentas corrientes.
Los riesgos políticos son múltiples, pero las instituciones internacionales son ahora muy conscientes de ellos. El discurso de Janet Yellen tiene en cuenta estos riesgos, ya que ha aplazado su futura subida de tipos con el pretexto de un entorno global inestable y complejo. Esta hábil dirección ha permitido una bajada del dólar de la que se beneficiarán las empresas estadounidenses y los países emergentes. Los eventos electorales o políticos son numerosos: elecciones presidenciales en Estados Unidos, proceso de destitución de Dilma Rousseff en Brasil, referéndum sobre la posible salida de Reino Unido de la UE, formación del gobierno español, renegociación de la deuda griega… Los inversores se muestran particularmente sensibles al riesgo político en Europa tras la crisis de 2011 y el ascenso de los partidos de izquierdas en Francia, España e Italia. Sin embargo, la gestión es aún mejor que en ciertos países emergentes, aunque no siempre resulte impecable.
Las políticas monetarias siguen siendo acomodaticias pero no siempre resultan exitosas. Desde 2008, todos los grandes bancos centrales han intervenido para respaldar las economías subyacentes con medidas más o menos similares: reducir el coste del dinero y facilitar la financiación a través del canal bancario. Los resultados de estas políticas son menos uniformes: han tenido un gran éxito en Estados Unidos, cuya economía se está recuperando y el desempleo ha disminuido, prácticamente han fracasado en Japón, donde el crecimiento y la inflación se estancaron, y han sembrado incertidumbres en una Europa obstaculizada por sus diferencias y rigideces internas. Una misma política monetaria no tendrá el mismo desarrollo en economías con estructuras diferentes. Es necesario que la economía objeto de la política monetaria sea flexible y eficiente en términos de circulación, utilización y rentabilidad del capital invertido. Este, sin duda, no es el caso de China o Japón. Europa ha destinado esfuerzos, pero a un ritmo demasiado lento. Las políticas monetarias han tenido, por ahora, un impacto inmediato sobre los tipos de cambio.
Las Bolsas europeas ofrecen una perspectiva doble: prometer una ganancia y asegurar la retribución del tiempo a través de un dividendo generoso (3-3,5%). En efecto, el nivel de los tipos, en Estados Unidos al igual que en Europa, ya no permite dar cabida a la mayoría de sus activos en estrategias exclusivamente de renta fija para evitar contratiempos y volatilidad. Si el escenario inflacionista se amplía en Estados Unidos, el ritmo de repunte de los tipos a corto plazo tal vez se acelere, algo que los mercados todavía no han adelantado. En la zona euro, la debilidad de los rendimientos actúa a modo de represión financiera de la renta. Los niveles de valoración de las acciones europeas ofrecen una imagen engañosa, ya que pueden parecer caras a los más pesimistas y baratas a los más optimistas, que esperan un crecimiento de los beneficios de las empresas en todos los sectores. La verdad se sitúa, probablemente, en algún punto intermedio. Por lo tanto, debemos elegir las temáticas de inversión en Bolsa, dando preferencia especialmente a los sectores domésticos en Europa y a los sectores que presentan una pérdida de valoración. En lo que se refiere a las acciones estadounidenses, parecen haber recorrido ya una buena parte del camino del rendimiento tras encadenar un número récord de años positivos. Después de meses en el purgatorio, las acciones emergentes, como las materias primas, están empezando a encontrar el favor de los inversores. Sin embargo, estos países necesitarán un impulso más favorable del crecimiento mundial.
Igor de Maack, gestor de DNCA (firma afiliada a Natixis Global AM).