Aunque el efectivo sigue muy arraigado entre los españoles, no en vano es el medio de pago al que se puede acceder con mayor facilidad, el avance en de las tarjetas parece imparable. No se vivía un incremento de tamaña envergadura desde 2006, cuando el parque de tarjetas nacional aumentó un 6,98 %. De hecho, […]
Dirigentes Digital
| 05 abr 2017
Aunque el efectivo sigue muy arraigado entre los españoles, no en vano es el medio de pago al que se puede acceder con mayor facilidad, el avance en de las tarjetas parece imparable. No se vivía un incremento de tamaña envergadura desde 2006, cuando el parque de tarjetas nacional aumentó un 6,98 %. De hecho, las cifras de 2016 junto con las de 2015 revelan una inversión de la tendencia que se ha vivido durante la crisis, unos años en los que el número de tarjetas en circulaciónfue cayendo. No obstante, 2016 supone una vuelta a los valores previos a la crisis, cuando su número aumentaba cada año a un ritmo de entre el 5 y el 10 %, señalan desde el comparador bancario HelpMyCash.com. La fama del dinero de plástico La comodidad que supone poder prescindir del efectivo ha catapultado al estrellato al dinero de plástico. De hecho, el pasado año fue el primero en el que los españoles gastaron más dinero con sus tarjetas del que sacaron de los cajeros automáticos. La banca también ha jugado un rol importante en la promoción de este medio de pago. La mayoría de las entidades disponen de un buen surtido de “plásticos” y muchas exigen a los clientes que contratan una cuenta corriente que den de alta, al mismo tiempo, una tarjeta de débito. Tal es el valor de estos “plásticos” rectangulares para la banca que para algunas entidades son un elemento clave sobre el que centrar su estrategia. Es el caso de WiZink cuyo catálogo de productos se basa, únicamente, en un depósito a catorce meses al 0,75 % TAE, una cuenta de ahorro al 0,50 %y una tarjeta de crédito. La Tarjeta de crédito WiZink Oro no tiene comisiones, incluye descuentos en decenas de comercios e incorpora seguros gratuitos de asistencia y accidentes en viaje. ¿Cómo debería ser la tarjeta de crédito ideal? Dependerá de lo que busque cada consumidor. Si el cliente pretende utilizarla como medio de financiación, lo más relevante será que su tipo de interés sea bajo. En un entorno en el que la competencia se recrudece, algunas entidades han apostado por comercializar tarjetas con intereses por debajo de la media, para hacerlas más atractivas que las de la competencia, un punto que beneficia al usuario. Por ejemplo, la tarjeta de crédito de ING Direct tiene un TIN del 14,06 % para las compras de más de 90 euros que se paguen en tres, seis, doce o dieciocho meses. Un tipo de interés muy por debajo de la media, que suele oscilar alrededor del 21 %. Otros ejemplos con tipos de interés bajos: la Tarjeta Mundo 1|2|3 asociada a la cuenta más popular del Santander tiene un TIN del 12 %, la Visa Clip de Abanca, del 15 % y la Tarjeta Visa Evo Finance Clásica, del 19,21 %. Si, por el contrario, la intención es abonar las compras a final de mes y huir del endeudamiento, el tipo de interés pasa a un segundo plano, ya que solo afecta a las compras aplazadas. Sería interesante, pues, tener en cuenta las ventajas que ofrece el “plástico” (descuentos en compras o gasolineras, acumulación de puntos, bonificación de las compras, etc.) y los seguros gratuitos que incorpora. Sea como sea, será siempre importante valorar el coste de la tarjeta. La mayoría de las entidades comercializan tarjetas de crédito completamente gratis, aunque a veces esa gratuidad está condicionada a la realización de un gasto mínimo anual o al cumplimiento de ciertos requisitos de vinculación. En otros casos, las tarjetas sí tienen coste, por lo que se debe analizar si las ventajas que ofrecen compensan las cuotas. ¿Y la tarjeta de débito perfecta? Las tarjetas de débito suelen incorporar menos ventajas que las de crédito. Por ejemplo, no siempre incluyen seguros gratuitos y sus extras están más limitados. Al fin y al cabo, los beneficios que reportan al banco son menores, ya que solo ganan cuando el cliente realiza una compra mediante las tasas que abona el comerciante o cuando saca dinero de un cajero que no pertenece al propio banco (sin contar las cuotas que pueda tener la tarjeta), mientras que las de crédito, además de lo anterior, pueden generar intereses a favor de la entidad. En cualquier caso, las mejores tarjetas de débito suelen compartir una serie de cualidades: en primer lugar, son gratuitas año tras año; en segundo lugar, acostumbran a incorporar algún tipo de aliciente como descuentos en compras o en gasolineras; y, en tercer lugar, permiten sacar dinero gratis de una amplia cantidad de cajeros, ya sea porque la entidad dispone de una amplia red de terminales o porque el banco asume la comisión que le repercuten los propietarios de otros dispensadores de papel moneda. Es el caso de la tarjeta de débito Visa Electrón de Banco Mediolanum que ofrece a sus titulares la oportunidad de sacar dinero, sin límite de importe, de cualquier cajero de España y del mundo gratis y, además, no tiene cuotas anuales. Eso sí, solo están bonificadas las primeras 52 retiradas de efectivo de cada año. Latarjeta de débito de Imagin Bank también cumple con esta característica (permite retirar efectivo sin coste de los más de 9000 cajeros de CaixaBank en España y de cualquier terminal de la eurozona situado fuera de nuestro país) y la tarjeta de débito de ING Direct da acceso a unos 44000 cajeros sin coste.