El volumen de tarjetas que había en 2014 en España ascendió hasta los 67,65 millones, de las cuales 43,24 millones eran de crédito y 24,41, casi la mitad, de débito. Durante el pasado año 2,07 millones de tarjetas de débito dejaron de estar en circulación, mientras que la cifra de tarjetas de crédito se redujo […]
Dirigentes Digital
| 01 abr 2015
El volumen de tarjetas que había en 2014 en España ascendió hasta los 67,65 millones, de las cuales 43,24 millones eran de crédito y 24,41, casi la mitad, de débito. Durante el pasado año 2,07 millones de tarjetas de débito dejaron de estar en circulación, mientras que la cifra de tarjetas de crédito se redujo únicamente en 20 mil plásticos, un 0,05 % menos de las que había en 2013.
El número de "plásticos" ha aumentado casi un 48 % con respecto al año 2000, cuando el número de tarjetas apenas superaba los 45 millones. Eso sí, en esa época el número de tarjetas de débito era bastante más elevado que el de las de crédito, según las estadísticas publicadas por el Banco de España.
Entre el 2000 y el 2014, han sido diez los años en los que las tarjetas de débito han disminuido, mientras que las de crédito han registrado un crecimiento mucho mayor, siendo únicamente cinco los años en los que se han registrado variaciones interanuales a la baja.
La disminución del número de tarjetas de débito puede explicarse porque cada vez son más las entidades que emiten tarjetas de crédito con doble función, es decir, que pueden utilizarse tanto a débito como a crédito, cosa que también explicaría la escasa disminución del número de tarjetas de crédito.
No cabe duda de que el dinero en soporte plástico se ha convertido en uno de los medios de pago más habituales del siglo XXI, ganándole terreno poco a poco al efectivo. Además, las tarjetas de crédito se han convertido en un instrumento de financiación muy habitual comparable a los créditos al consumo o préstamos personales.
Sólo durante el pasado ejercicio se registraron alrededor de 2.503 millones de compras pagadas con tarjetas emitidas por entidades adheridas a las redes de medios de pago españolas. El importe de las operaciones ascendió hasta los 105.854 millones, una cifra que supone un máximo histórico al haberse superado la barrera de los 100.000 millones.