El Papa Francisco ha abandonado Filipinas este lunes, poniendo fin a una gira de una semana a Asia que culminó con una misa bajo la lluvia en Manila, a la cual asistieron más de seis millones de personas, la mayor multitud hasta la fecha para un acto papal. Según Reuters, fueron los funcionarios del Vaticano […]
Dirigentes Digital
| 19 ene 2015
El Papa Francisco ha abandonado Filipinas este lunes, poniendo fin a una gira de una semana a Asia que culminó con una misa bajo la lluvia en Manila, a la cual asistieron más de seis millones de personas, la mayor multitud hasta la fecha para un acto papal.
Según Reuters, fueron los funcionarios del Vaticano quienes afirmaron que de seis a siete millones de fieles asistieron a la misa del domingo en el Parque Rizal de Manila y sus alrededores, eclipsando los aproximadamente cinco millones de personas que inundaron el mismo parque para una misa del Papa Juan Pablo hace 20 años.
Varios de los eventos programados por el Papa Francisco para Filipinas fueron interrumpidos por lluvia y fuertes vientos, particularmente el sábado cuando el Pontífice se dirigió a consolar a los sobrevivientes del tifón Haiyan, que causó la muerte a al menos 6.300 personas en la región central de Filipinas en noviembre del 2013.
Además de ofrecer consuelo a los supervivientes del tifón en Filipinas, el Papa instó al Gobierno a combatir la corrupción y la pobreza y pidió al mundo que escuche el clamor de los pobres, los hambrientos, los desamparados y los niños víctimas de abusos.
En su multitudinaria misa en Rizal Park, un área de unas 60 hectáreas, el Papa Francisco afirmó que "la pobreza y la corrupción han desfigurado el mundo Así ha denunciado que el hombre ha destruido "la unidad y la belleza de la familia humana con estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción".
El Pontífice también tuvo un encuentro con los jóvenes de la universidad de Santo Tomás de Manila. En este, se produjo uno de los momentos más ‘entrañables’ de la gira. Glyzelle Palomar, una niña filipina de 12 años que vivió en la calle, se acercó al Papa para preguntarle entre lágrimas por qué en su país había tantos niños abandonados por sus propios padres, víctimas de terribles problemas como la droga o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas? ¿Por qué tan poca gente viene a ayudar?
Estas sentidas preguntas inspiraron el discurso del Pontífice para el encuentro, que decidió improvisar, en lugar de leer lo que tenía preparado. "Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta", dijo. "Cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los niños (…) que nuestra respuesta sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas", dijo a los jóvenes estudiantes.