El día 24 de mayo de 2015 se celebran las elecciones autonómicas y municipales en la mayoría de Comunidades Autónomas. Éste presume ser el escenario donde se medirá el apoyo que sigue teniendo el bipartidismo, o si por el contrario, los españoles han decidido ejercer el voto de castigo. Un voto que parecía tener claro […]
Dirigentes Digital
| 10 abr 2015
El día 24 de mayo de 2015 se celebran las elecciones autonómicas y municipales en la mayoría de Comunidades Autónomas. Éste presume ser el escenario donde se medirá el apoyo que sigue teniendo el bipartidismo, o si por el contrario, los españoles han decidido ejercer el voto de castigo. Un voto que parecía tener claro un alto porcentaje de ciudadanos según las primeras encuestas, pero que poco a poco parece desinflarse.
Ciudadanos o Podemos son los partidos alternativos que parecía más iban a ‘pescar’ en las aguas revueltas del PP y PSOE. Sin embargo, tras las elecciones de Andalucía, para muchos la antesala de lo que ocurrirá en las próximas votaciones, parece claro que la formación liderada por Pablo Iglesias ha perdido fuerza y que incluso su mismo líder ya no goza de la popularidad, a la que tanto partido sacaba. Las constantes acusaciones que le relacionan con regímenes totalitarios, los presuntos delitos cometidos por algunos de sus líderes, o incluso la división interna del partido (aumentan los rumores de amaño de sus primarias) está pasando factura a Podemos, que prefiere esperar en la ‘sombra’ a que sean los demás quienes cometan errores.
Pero si hablamos de crisis interna, es inevitable acordarse de Rosa Díez. Es un secreto a voces que el partido que lidera, Unión Progreso y Democracia (UPyD) se resquebraja a pasos agigantados. La negativa de Díez a una posible alianza con Ciudadanos ha condenado a UPyD a quedarse sin escaño en Andalucía y algunos de sus miembros más representativos han comenzado a dejar sus escaños. Toni Cantó, probablemente la cara más conocida de la formación ha sido el último en sumarse a la fuga de diputados.
PSOE e Izquierda Unida no se quedan atrás en cuanto a desacuerdo entre sus dirigentes. Ambos partidos podrían estar en el mismo saco. Tanto la formación de Pedro Sánchez, como la de Alberto Garzón han tenido dificultades para elegir a sus candidatos para Madrid. En el caso del Partido Socialista, que su líder esté continuamente cuestionado y la certeza de que alguno de sus dirigentes históricos no apoyaban su elección como secretario general, tampoco ayuda a fomentar un clima de armonía que se supone debe haber en un partido, para poder así transmitirlo a sus votantes.
¿Y el PP? Los populares están en la misma dinámica que sus adversarios políticos. El auge de partidos alternativos así como el descalabro de Juan Manuel Moreno Bonilla, el candidato del partido en las elecciones andaluzas, han provocado un aumento de las tensiones internas. Entre los protagonistas, como siempre, Esperanza Aguirre. La lider parece haberse empeñado en llevar la contraria a Mariano Rajoy y a su partido. Aguirre criticó los resultados en las elecciones andaluzas y comentó públicamente que "eran de esperar" teniendo en cuenta que Bonilla fue elegido "a dedo". Su actitud, sumada a la de otros dirigentes ha obligado a Rajoy a convocar a la directiva del PP para reanimar su estrategia de campaña de cara a las elecciones de mayo.
Optimismo sí, pero con precaución
En medio de este entramado político de dudas e inestabilidad parece que el Gobierno se ha olvidado por completo de los ciudadnos, y de las cuestiones que más preocupan a estos: la corrupción y el paro. La corrupción sigue siendo uno de los males que asola la administración pública y el Estado prácticamente a todos sus niveles. Para los españoles, acabar con esta lacra es fundamental, sin embargo prácticamente cada semana surgen nuevos casos. Los ERE, la trama Púnica, la Gürtel, el caso Noos, los papeles de Bárcenas… ¿Qué será lo próximo?
En cuanto a la economía, es una realidad que estamos en la senda del crecimiento. El INE confirmó en febrero que el dato del PIB del cuarto trimestre, reportó un crecimiento del 0,7%, lo que llevó a que el crecimiento de España en 2014 fuese del 1,4%. Además, la Comisión Europea ha puesto en órbita a la economía española, en sus previsiones de invierno, al mejorar seis décimas hasta el 2,3% el crecimiento para 2015 del país y tres décimas en 2016 al 2,5%.
A estos datos positivos hay que sumar la baja inflación, la mejora de los salarios reales y una tasa de desempleo en descenso, datos que son un estímulo para el consumo, que según los analistas debería seguir apoyando el crecimiento en los próximos trimestres.
Estas cifras al alza dibujan un escenario de optimismo, envuelto en la ‘efusividad’ del Gobierno, que sin embargo, parece haber olvidado que aún queda mucho camino por hacer. Desde el inicio de la crisis en 2008 hasta el inicio de la recuperación, España perdió, en términos acumulados, un 8% del PIB y 3,6 millones de empleos, y de ellos hemos recuperado sólo 2 puntos del PIB y 450.000 empleos. Así pues, necesitaremos al menos 2 o 3 años para volver a los niveles anteriores a la caída de la economía.
El país atravesará por tanto los que se espera sean los últimos ‘coletazos’ de la crisis económica durante este año, y el próximo otoño, los españoles tendrán una cita con las urnas, en las elecciones generales, que brindarán la posibilidad de juzgar al PP y su gestión tanto de la herencia recibida como el patrimonio creado.