Hace pocos meses, China ponía fin a uno de los experimentos demográficos más ambiciosos de la historia: la política del hijo único. El gigante asiático anunciaba que implementaría una nueva política por la que cada pareja podría tener dos hijos. El motivo por el que, en 1979, Deng Xiaoping implantó esta ley fue la elevada […]
Dirigentes Digital
| 14 dic 2015
Hace pocos meses, China ponía fin a uno de los experimentos demográficos más ambiciosos de la historia: la política del hijo único. El gigante asiático anunciaba que implementaría una nueva política por la que cada pareja podría tener dos hijos.
El motivo por el que, en 1979, Deng Xiaoping implantó esta ley fue la elevada tasa de natalidad de casi 3 hijos por mujer, que aumentaba rápidamente la población en un país de más de 1.000 millones de habitantes. Xiaoping decidió entonces reducir el crecimiento poblacional para asegurar el impulso económico.
Desde entonces, el país ha aumentado su población hasta los más de 1.360 millones de personas que tiene actualmente, según datos del Banco Mundial, y el PIB ha crecido a ritmos cercanos al 10% anual (y en torno al 7,5% entre 2012 y 2014).
Lo que entonces se concibió como una medida para evitar que nada frenase el crecimiento económico se ha convertido ahora en uno de los mayores problemas de China. Su población activa se hace más vieja y el reemplazo generacional no está asegurado. Además, el coste económico de criar un segundo hijo o simplemente la costumbre podrían hacer que no todas las parejas chinas se decidieran a tener más hijos. Según un estudio de Naciones Unidas, en 2050 China tendrá cerca de 440 millones de personas mayores de 60 años.
Pese a la política del hijo único, el envejecimiento poblacional no es solo cosa de China. Un reciente informe del Banco Mundial alerta de que toda Asia del este está atravesando una transición demográfica muy agresiva, "y todos los países en desarrollo de la región están en riesgo de hacerse viejos antes que ricos", señalaba en el documento Axel van Trotsenbug, vicepresidente del Banco Mundial en la región.
Según este informe, Asia oriental supone el 36% de la población mayor de 65 años del mundo, unos 211 millones de personas, el porcentaje más amplio entre todas las regiones. Y esto supondrá que, en unos años, los países asiáticos perderán buena parte de su población trabajadora. Para 2040, Tailandia, Japón o la propia China perderán más del 10% de su población activa; en el caso de China, unos 90 millones de trabajadores, o en el de Corea del Sur, más del 15% de los trabajadores.
Por este motivo, desde la organización mundial aconsejan a los gobiernos tomar políticas para contribuir a adaptarse al rápido envejecimiento "y a promover que sea saludable y productivo". Por ejemplo, en China, Tailandia o Vietnam, aconseja eliminar los incentivos a las prejubilaciones o aumentar la edad de jubilación. En el informe se advierte de que, sin reformas, los gastos en pensiones en la región podrían suponer en torno a un 8 o 10% del PIB para 2070. En 2030, ya supondrán cerca de un 3% del PIB en China.
Desde el Banco Mundial señalan que las reformas hechas hasta ahora no han sido efectivas, y tampoco lo será a largo plazo la eliminación de la política del hijo único.