La FED ha iniciado un nuevo rictus con el aumento del precio del dinero para normalizar su economía después de largos años dando gas a su ciclo expansivo. Los nuevos cimientos en los que se basa el mercado quedan más que claros, aunque la solidez de este giro es el que temen los inversores. ¿Cuánto […]
Dirigentes Digital
| 12 jul 2017
La FED ha iniciado un nuevo rictus con el aumento del precio del dinero para normalizar su economía después de largos años dando gas a su ciclo expansivo. Los nuevos cimientos en los que se basa el mercado quedan más que claros, aunque la solidez de este giro es el que temen los inversores. ¿Cuánto de estable es este nuevo equilibrio monetario que busca la institución norteamericana? Tras el preanuncio de la reducción de su programa de compra de activos en 2013 que provocó importantes turbulencias en los mercados (recordemos que el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidenses prácticamente se duplicó entre mayo y septiembre, del 1,6 % al 3 %), la actitud prudente de la Fed respecto de esta normalización progresiva de su política monetaria ha sido bien recibida por los mercados. Según apunta Didier Saint-Georges, miembro del comité inversor de Carmignac, actualmente, después de algunos envites, “los rendimientos de estos mismos bonos se encuentran más o menos a medio camino entre esos dos extremos recientes”. Además, el índice bursátil estadounidense S&P 500 ha seguido avanzando hasta situarse hoy más de un 30 % por encima de su nivel de principios de 2014. Después de subir los tipos de referencia 25 puntos básicos —tal y como se esperaba —, Janet Yellen confirmó en junio de forma explícita su intención de empezar a reducir la envergadura del balance de la Fed antes de finales de año. “El ritmo de esta reducción debería ser lento, pero la dirección ya está trazada, lo que reduce el margen de maniobra del banco central (en su último anuncio, la Fed hizo menos hincapié en una dependencia estricta de los datos económicos para determinar el ritmo de su normalización)”, explica el experto. Por tanto, se tratará de un acontecimiento sin precedentes (como lo fue en marzo de 2009 el inicio del programa de compras de activos), “en un momento en el que el ciclo económico estadounidense se aproxima a un punto de inflexión”. Así pues, los mercados deberán “prever los efectos de este hecho inédito en todas las clases de activos”. Si la economía estadounidense siguiera en fase de aceleración o si pudiéramos contar con la aplicación del plan de estímulo presupuestario de Trump,” esta retirada de liquidez por parte de la Fed podría traducirse en una marcada tensión en los tipos largos del país y en un repunte del dólar”. Tal y como asegura Saint-Geroges “ya no es el momento”. Las reformas de Trump “están haciendo aguas” y el ciclo económico “ya ha superado su punto álgido”. Así, el ajuste de la política monetaria estadounidense “será probablemente muy progresivo”. El riesgo de que se produzca una marcada subida de los tipos largos “parece limitado”, y los valores de crecimiento “deberían retomar su rentabilidad superior”. Cabe destacar que, en esta hipótesis, los mercados emergentes también deberían seguir mostrando relativo buen tono, “aupados por unos fundamentales sólidos y liberados de la amenaza de una gran apreciación del dólar”.