La descorrelación de activos se ha vuelto un elemento fundamental para minimizar el impacto de la volatilidad en el mercado. Sin embargo, en el último año se ha acentuado una tendencia en la que esa brecha entre las clases de activos tradicionales, como Bolsa y renta fija, se ha reducido notablemente, con bruscos movimientos que […]
Dirigentes Digital
| 24 nov 2015
La descorrelación de activos se ha vuelto un elemento fundamental para minimizar el impacto de la volatilidad en el mercado. Sin embargo, en el último año se ha acentuado una tendencia en la que esa brecha entre las clases de activos tradicionales, como Bolsa y renta fija, se ha reducido notablemente, con bruscos movimientos que han pasado una seria factura tanto a los inversores con perfiles de más riesgo como a los más conservadores que apostaron por el mercado de deuda.
Este hecho se puede observar en unas nuevas tablas elaboradas por Morningstar, en las que calculan las correlaciones que hay entre los principales sectores de renta variable a los que puede tener acceso el inversor particular y profesional. Para la interpretación de esas tablas, los expertos han empleado colores. Cuanto más verde sea el dato, mayor será la correlación y cuanto más rojo aparezca, menor será la correlación. Como se puede comprobar en el gráfico, en el último año el rojo brilla por su ausencia.
Los expertos del IEB tienen claro que las claves para una óptima estrategia de ahorro a largo plazo pasan por una planificación que comience lo antes posible, tener en cuenta la capacidad de generación de rentas, contar con la ayuda de un asesor financiero y exigir la mayor información y transparencia.
En este sentido, el ahorrador tendrá que ajustar su inversión en base a los plazos y el riesgo, de ahí que la diversificación resulte fundamental, utilizando una variedad de activos, mercados y zonas geográficas. "Los inversores deben revisar y ajustar dinámicamente su cartera, reducir los activos de riesgo con el transcurso del tiempo, realizar aportaciones periódicas y considerar el impacto de la inflación", explican desde el IEB.
Una idea compartida por el grueso de las gestoras de fondos. Desde Fidelity reconocen que "la asignación de activos puede ser una tarea difícil de dominar, ya que los ciclos del mercado pueden ser cortos y sufrir picos de volatilidad". Y en este escenario volátil, el liderazgo del mercado puede pasar rápidamente de un sector o segmento a otro. "Los inversores pueden repartir el riesgo asociado con mercados o sectores concretos invirtiendo en diferentes áreas para reducir la probabilidad de concentrar las pérdidas", explican, indicando que combinar en una cartera activos "de riesgo" (acciones, inmuebles y bonos corporativos) con activos defensivos (deuda pública, bonos corporativos de alta calidad crediticia y activos monetarios) puede ayudar a conseguir rentabilidades más homogéneas a lo largo del tiempo.
A su juicio, los fondos multiactivo de gestión activa pueden ser una buena alternativa de diversificación. "Estos fondos generalmente se basan en las rentabilidades estratégicas de los activos a largo plazo y las ponderaciones se gestionan tácticamente en función de las condiciones previstas. Repartir las inversiones entre los diferentes países también puede ayudar a reducir las correlaciones dentro de una cartera y reduce el efecto de los riesgos específicos de los mercados", indican.
Aún así, son conscientes de que la idea que subyace de la diversificación es que al integrar activos que presentan un comportamiento poco correlacionado entre sí, el riesgo de la cartera resulta inferior a la suma de los riesgos de cada uno de los activos que la componen. Los expertos coinciden en que no se trata de mantener un elevado número de activos en cartera, sino que, a la hora de crearla, el inversor cuente con el número justo de productos que les permita acceder a los distintos activos y mercados en función del riesgo que quieran asumir.
El inversor debe ser prudente en este sentido, pues en ocasiones, incluir un elevado número de activos complica la gestión de la cartera sin obtener una mejora en el grado de diversificación. Desde el equipo de BBVA Banca Privada consideran que, "a medida que añadimos activos a una cartera, los beneficios de la diversificación van siendo cada vez menores, hasta que llega un momento en que no podremos reducir el riesgo adicionalmente". Según indican, estudios empíricos muestran que una cartera formada por 20 activos puede considerarse eficiente desde un punto de vista de diversificación.
"El riesgo de un activo no es lo que debe preocupar a un inversor, sino la contribución que este activo tiene al riesgo de la cartera", insisten, asegurando que es por ello por lo que "la decisión de inversión en un activo determinado no debe tomarse de forma aislada".