A finales de 2014 se produjo un punto de inflexión para la economía española. Se comenzó a notar las medidas del BCE rebajando los tipos de interés a casi cero, el euro empezó a desplomarse frente al dólar y el petróleo inició su caída en picado. Las condiciones perfectas para que el país dejara atrás […]
Dirigentes Digital
| 18 dic 2015
A finales de 2014 se produjo un punto de inflexión para la economía española. Se comenzó a notar las medidas del BCE rebajando los tipos de interés a casi cero, el euro empezó a desplomarse frente al dólar y el petróleo inició su caída en picado. Las condiciones perfectas para que el país dejara atrás la recesión y los datos macro cogieran vuelo. Las elecciones generales llegan en el mejor momento desde que estallara la crisis a finales de 2007. La economía española crece a velocidad crucero del 3,4%, muy por delante de las grandes potencias de Europa, que apenas pueden contabilizar decimales de crecimiento.
Sin embargo, todavía persisten los efectos devastadores de la crisis y desequilibrios estructurales que todavía no se han corregido. El más preocupante es el paro. Todavía existen casi cinco millones de personas en situación de desempleo. Pese a que la idea de recuperación económica lleva instalada todo el año en la mente de los ciudadanos, la tasa de desempleo se encuentra en niveles insostenibles, en el 21,6%, la más alta de Europa, solo superada por Grecia. En estos momentos, cae al mayor ritmo desde el 24% alcanzado hace un año; pero la reducción se está viendo favorecida por una caída de la población activa.
Las reformas emprendidas en los últimos años, apenas está teniendo sus efectos en la economía real, más allá de las grande cifras macro. El endeudamiento de familias y empresas continúa su ajuste y la pública sigue a niveles muy preocupantes, cerca del 100%, y el déficit sigue sin corregirse a la velocidad deseada.
El nuevo Gobierno que salga de las urnas se encontrará ante un desafío mayúsculo. Con la economía lanzada, tendrá que mantener el ritmo de crecimiento cuando se agote los vientos favorables, reducir el paro a unos niveles aceptables, corregir desequilibrios sin recortar más el estado de bienestar y cumplir con el Pacto de Estabilidad. El primer reto será lidiar con los presupuestos que ha dejado elaborado el Ejecutivo de Mariano Rajoy. A todas luces irreales, España ya ha recibido la reprimenda de Bruselas. Al cierre de año, con casi toda seguridad el déficit se desviará tres décimas sobre el objetivo del 4,2% y en 2016 siete décimas si no se reelabora. En total, el Gobierno sea del color que sea tendrá que realizar ajustes cercanos a 10.000 millones.
El segundo gran tema será finalizar la reforma financiera. El próximo año se debería ejecutar la privatización de Bankia y BMN, con lo que se terminaría cerrando la factura del rescate bancario, en el que se inyectaron más de 60.000 millones y se constatará que por los menos tres cuartas partes han ido a fondo perdido y no se recuperarán.