El efecto del conflicto en Europa fue devastador: Francia perdió un 30% de su riqueza, Alemania alrededor del 25%, Reino Unido el 32%, Italia un 26%, sin embargo, Estados Unidos, donde no se produjo ningún combate en sus tierras, no solo se vio menos afectado sino que se benefició por el conflicto. Su economía se […]
Dirigentes Digital
| 08 jul 2014
El efecto del conflicto en Europa fue devastador: Francia perdió un 30% de su riqueza, Alemania alrededor del 25%, Reino Unido el 32%, Italia un 26%, sin embargo, Estados Unidos, donde no se produjo ningún combate en sus tierras, no solo se vio menos afectado sino que se benefició por el conflicto. Su economía se transformó. Para empezar, su comercio experimentó un aumento sin precedentes tras el colapso de las potencias tradicionales. Estados Unidos se convirtió en una fuente esencial de dólares y productos (material bélico, bienes de equipo, materias primas y víveres). El país pasaría a ser el principal acreedor europeo que en adelante dependería de los créditos americanos para su reconstrucción económica. El dólar comenzó a ganar cada vez más adeptos en el comercio internacional frente a la libra esterlina, mientras que la bolsa de Nueva York se pondría a la cabeza de los parqués a nivel mundial.
El gasto bélico en Europa se financió en parte con sus reservas de oro, oro que se cambió por dólares americanos. Con la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en el principal destino del oro europeo, un hecho que tiene consecuencias 100 años después – la mayor concentración de oro del mundo se encuentra bajo el subsuelo de la isla de Manhattan, en la Reserva Federal de Nueva York, donde solo el 5% del oro pertenece a Estados Unidos.
Precisamente el patrón oro, que se había consolidado a lo largo del siglo XIX como base del sistema financiero mundial, se suspendió al comienzo de la guerra y entró en circulación el dinero fiduciario ? los gobiernos europeos comenzaron a financiar el gasto masivo de la guerra imprimiendo dinero. Al término del conflicto, la reducción de la fuerza de trabajo y de la capacidad productiva provocó una subida notable de los precios, sobre todo en economías como la alemana; los gobiernos intentaron volver al patrón oro, con la libra esterlina y el dólar americano como monedas de referencia, pero de forma inestable.
Y no solo al sistema financiero le salieron alas (que poco después se quemaron por acercarse demasiado al sol de los años 20), la guerra contribuyó al notable desarrollo del sector industrial y tecnológico del país. Sectores como el automovilístico, el energético, el químico, el de transporte y por supuesto el armamentístico vivieron una etapa de esplendor. Un ejemplo de esta expansión económica lo vemos en Ford, que duplicó sus ganancias entre 1914 y 1916.
Otro cambio fundamental fue la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, una realidad que se produjo en todos los países involucrados en el conflicto. Sería en la Segunda Guerra Mundial cuando, en Estados Unidos, se crearía el famoso icono de Rosie the Riveter (Rosita la Remachadora), con el incansable mensaje de We Can Do It! (bastante próximo al slogan de Barack Obama en la campaña presidencial de 2008 , Yes We Can). Una muestra del avance de la mujer durante estos años fue el sufragio femenino en Estados Unidos; se consiguió en 1920, aunque solo pudieron ejercer el derecho a voto las mujeres de piel blanca. No fue hasta 1965 cuando se permitió el sufragio femenino total.