El triunfo de Syriza en las elecciones griegas el pasado 25 de enero ha supuesto un antes y un después en la relación entre los países miembros de Europa. Como si fueran dos rivales, Grecia y Alemania lideran las dos corrientes que se viven ahora en el continente. Desde el primer momento, el Gobierno de […]
Dirigentes Digital
| 06 feb 2015
El triunfo de Syriza en las elecciones griegas el pasado 25 de enero ha supuesto un antes y un después en la relación entre los países miembros de Europa. Como si fueran dos rivales, Grecia y Alemania lideran las dos corrientes que se viven ahora en el continente.
Desde el primer momento, el Gobierno de la canciller Angela Merkel dejó entrever la posibilidad de ‘dejar caer’ a Grecia si la situación lo requería. En un cambio de actitud frente a la última crisis vivida en Atenas, Berlín consideraba que la zona euro ya es lo suficientemente fuerte para evitar el contagio.
De momento, mientras Syriza intenta renegociar las condiciones de su rescate, mediante una fórmula que no convence a Alemania: canjear la deuda por bonos ligados al crecimiento. Esta opción no es nada desdeñable teniendo en cuenta que los socios europeos poseen 190.000 millones de euros en deuda griega. De esta forma, Grecia sólo pagaría si su PIB crece.
La respuesta ha sido clara: no. Ni el Banco Central Europeo (BCE) ni Alemania están dispuestos a aceptar estas condiciones ya que consideran que Grecia debe asumir las condiciones pactadas hasta la fecha. Al menos, así lo mostró el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, tras la reunión mantenida esta semana con su homólogo griego, Yanis Varoufakis.
Schäuble no dudó en asegurar que "las promesas electorales a costa de terceros no son realistas". Pues bien, en esta ‘guerra’ con dos bandos, España y Reino Unido se han decantado por apoyar a Alemania. De hecho, en su reunión con Varufakis, el ministro británico de Finanzas, George Osborne, señaló que el enfrentamiento entre la zona euro y Grecia se está convirtiendo en el mayor riesgo para la economía global.
Italia, Francia y Rusia, aliados griegos
En cambio, la gira del primer ministro griego, Alexis Tsipras, sí ha encontrado un mayor apoyo en países como Francia e Italia, cuya respuesta ha sido más tibia. Para resaltar ese apoyo, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, señaló que el triunfo de Syriza "es un mensaje de esperanza y no de miedo". Además, Renzi enfatizó que está "fuertemente convencido de que se dan las condiciones para alcanzar un punto de acuerdo entre Atenas y las instituciones europeas". Por su parte, el presidente francés, François Hollande, se mostró favorable a que Europa y Grecia negocien "otro marco económico contractual".
En el choque de trenes que Grecia mantiene con Bruselas (que un principio barajó la posibilidad de disolver la Troika) y Alemania también ha entrado en juego Rusia, empeorando (aún más) las relaciones del país con el resto de Europa. El nuevo Gobierno griego, que está dejándose querer por Moscú, se reunirá con Vladímir Putin el próximo 9 de mayo; aunque la relación bilateral ya ha empezado con buen pie. Rusia, aliado comercial griego, es la opción que baraja Atenas en caso de que Bruselas ‘corte el grifo’.
El BCE, falso imitador de la Fed
En este juego a dos bandas que vive Europa falta un mediador claro. El BCE, que se encuentra en medio del ‘fuego cruzado’, no consigue convencer ni a unos ni a otros.
En un intento de potenciar el crecimiento y el empleo en la Unión Europea, al igual que la Reserva Federal (Fed) ha hecho en Estados Unidos, el organismo dirigido por Mario Draghi lanzó un programa de compra de bonos por importe de 50.000 millones de euros al mes.
Con una duración prevista hasta septiembre de 2016 (en total, se espera que el programa alcance los 600.000 millones al año), este quantitative easing (QE), tiene como objetivo ayudar a aquellos países con notas inferiores como Chipre o Grecia y facilitar el pago de deudas.
Pero esta semana, y por sorpresa, el BCE decidía dejar de aceptar deuda soberana griega para seguir financiando a las entidades helenas. A través de un comunicado, el regulador monetario exigía a Grecia que cumpla con las condiciones establecidas en el rescate. De esta forma, obliga a Atenas a la refinanciación.
Para rizar el rizo, al día siguiente se conocía que Draghi estaría dispuesto a ofrecer un fondo de provisión urgentes de liquidez a los bancos griegos que ascendería a los 60.000 millones de euros. Esta medida permitirá a los bancos griegos suplir las salidas de fondos que han sufrido desde que que Syriza ganara las elecciones el pasado 25 de enero.
Mientas continúa la ‘guerra’, los europeos se encuentran en una encrucijada sin líderes políticos que ha facilitado el surgimiento de movimientos populistas. Los países más afectados por la crisis han visto resurgir fuerzas políticas extremas que están poniendo en entredicho la estabilidad política. ¿Qué camino tomará Europa?