El desplome bursátil de la entidad portuguesa Banco Espirito Santo, que caía casi un 20% y ha sido suspendido por la CNMV lusa, ha devuelto los viejos temores sobre las entidades financieras europeas y su salud. La respuesta del mercado recuerda a cuando se cuestionaba la viabilidad del euro con fuertes descensos en las principales plazas y el efecto contagio sobre la deuda de los países periféricos.
La prima de riesgo de la deuda lusa se ha incrementado 52 puntos básicos en cuatro días, hasta alcanzar los 277, desde que se ha empezado a conocer los problemas del único banco del país que no había necesitado rescate. La italiana ha aumentado casi 20 puntos básicos desde el pasado lunes, hasta los 173 puntos básicos, y la de Grecia ha escalado 34 puntos básicos, hasta 502. La
rentabilidad del bono a diez años ha subido al 2,82%, cuando apenas hace un mes marcaba mínimos históricos por debajo del 2,60%, con la prima superando los 16+0 puntos básicos.
La raíz del problema se empezó a gestar hace más de un mes, cuando Banco Espirito Santo anunció que iba a realizar una ampliación de capital por 1.000 millones. Una operación que cuadraba dentro de las posibles exigencias que le iba a pedir el BCE después de los test estrés de noviembre y que no debía plantear mayores problemas para única entidad sana del país vecino, que no había necesitado ayuda en años anteriores. Pero documentación aportada por la entidad se alertaba sobre la situación de matriz. La auditora revelaba que se encontraba en una situación financiera grave con posibles irregularidades contables importantes.
Los problemas han terminado de estallar por más que posibles delitos financieros. El Banco de Portugal obligó a dimitir al presidente de la entidad, Ricardo Salgado, tras desvelarse que un banco angoleño del holding tenía un agujero de 5.700 millones, que sumaba a la alerta de la auditora.
En algo más de un mes, las acciones del Banco Espirito Santos ha sufrido los escándalos surgidos en su matriz, aunque la auditora afirmara que la entidad había puesto mecanismos para salvarse y lograra cerrar la ampliación de capital, perdiendo más de la mitad de su valor en bolsa.
El comunicado de la CNMV portuguesa no ha contribuido a relajar los nervios, "debido a las actuales dificultades materiales de su mayor
accionista, Espírito Santo International (ESI) y la exposición de ESFG a esa compañía, ESFG ha decidido suspender sus acciones y bonos cotizados, incluyendo el bono emitido por su filial Espírito Santo Financière (ESFIL)". Ni tampoco Moody’s que ha rebajado a niveles de insolvencia a la matriz del grupo, ESFG, que posee el 25% del banco. La agencia explica que la debilidad de Espirito Santo International, donde ha estallado el escándalo, ha deteriorado la solvencia de ESFG.
Ahora el mercado especula con que alguna de las
empresas de la que depende Banco Espirito Santo se declare en concurso de acreedores para ganar tiempo y reestructurar deuda y que la propia entidad bancaria solicite un rescate financiero.