17.000 reuniones en los últimos meses con los analistas de Fidelity repartidos por todo el mundo hacen posible esta encuesta, que pretende identificar las tendencias y oportunidades de inversión generadas a raíz del contacto entre la firma y directivos de distintas regiones y sectores. Una información única solo disponible para los gestores de la firma, […]
Dirigentes Digital
| 17 mar 2017
17.000 reuniones en los últimos meses con los analistas de Fidelity repartidos por todo el mundo hacen posible esta encuesta, que pretende identificar las tendencias y oportunidades de inversión generadas a raíz del contacto entre la firma y directivos de distintas regiones y sectores. Una información única solo disponible para los gestores de la firma, y que, a través de la encuesta, se puede trasladar al resto de los inversores. La primera conclusión que se extrae del documento es que el sentimiento por la evolución de la economía ha mejorado notablemente, pasando de negativa el año pasado a positiva en 2017. De hecho, todos los componentes del indicador han mejorado respecto al año pasado, incluyendo entre ellos la confianza en la inversión empresarial, la rentabilidad sobre el capital gracias al crecimiento de la demanda, los balances y, sobre todo, el reparto de dividendos. Solo uno de cada diez analistas espera que aumenten las tasas de impago, frente a casi uno de cada cuatro en 2016, explicando que el aumento del apalancamiento en regiones como EEUU se debe a las iniciativas favorables a los accionistas, no a tensiones operativas. En general, los analistas de Fidelity son más alcistas en lo que respecta a las perspectivas que en años anteriores, pero también alertan sobre algunos riesgos relevantes. Entre ellos, mencionan el peligro que supondría un nuevo hundimiento del petróleo, algo que “desencadenaría otra oleada de ajustes en el sector energético y se dejaría sentir en otras áreas y economías”. También consideran como factor de riesgo que pese a que el crecimiento de la demanda sostiene las previsiones de este año, este podría verse erosionado por el recorte de los estímulos en materia de infraestructuras en China, por retrasos en las inversiones públicas en Asia o por un empeoramiento de la confianza del consumidor en EEUU y los mercados emergentes. También mencionan el repunte de la inflación, principalmente en EEUU y el Reino Unido, que podría endurecer las condiciones financieras internacionales, lo que dañaría a muchas empresas. “Si bien la geopolítica o la política europea no se consideran factores influyentes en las decisiones de las empresas, el auge del proteccionismo tendría un efecto negativo, mientras que la salida del Reino Unido de la UE ya está pesando en las decisiones de inversión”, explican desde Fidelity. De hecho, aunque el efecto global de la presidencia de Trump se considera moderadamente positivo, las empresas piensan que el proteccionismo hará más mal que bien, incluido en EEUU. Los directivos consideran que los exportadores extranjeros podrían enfrentarse a una pérdida de cuota de mercado o a mayores costes, mientras que los exportadores nacionales podrían sufrir represalias en el exterior. No hay que olvidar que, según datos de la firma, los ingresos provenientes del extranjero suponen el 37% de los ingresos totales del S&P 500. En Europa, los analistas señalan el efecto ralentizador de la incertidumbre, la falta de concreción en torno a las futuras relaciones entre el Reino Unido y la UE y otros lazos comerciales, los riesgos para el sector financiero y el mercado inmobiliario y la posible pérdida de talento como consecuencia del Brexit.