La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió reducir la producción de 33,24 millones de barriles diarios a 32,5 millones y empezar a subir los precios del petróleo que conoce un mercado bajista desde mediados de 2014. Esta es la primera reducción de la producción en ocho años, después de seis horas de negociaciones, […]
Dirigentes Digital
| 30 sep 2016
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió reducir la producción de 33,24 millones de barriles diarios a 32,5 millones y empezar a subir los precios del petróleo que conoce un mercado bajista desde mediados de 2014.
Esta es la primera reducción de la producción en ocho años, después de seis horas de negociaciones, "tardará en concretarse debido al actual desequilibrio entre la oferta y la demanda", interpretó Alain Corbani, responsable de operaciones de Finance SA.
El actual excedente, estimado entre 300.000 y 400.000 barriles diarios, podría agravarse con el flujo de "varios centenares de miles de barriles" de Irán, Nigeria y Libia, que fueron autorizados a producir sin limitaciones "en razón de sus situaciones especiales". A ese de producción se agregará, según los especialistas, el aumento de extracción de shale oil en Estados Unidos.
Pierre Terzian, director de la revista Petrostrategie, apoya esta perspectiva: "A partir del momento en que el barril pasó la barrera de los 40 dólares, se advirtió una clara reactivación de la actividad de perforación en el sector del petróleo de esquistos, lo que prefigura un aumento de la producción norteamericana. Si hay un nuevo aumento después del acuerdo de Argel, la reactivación de la producción en Estados Unidos será aún más robusta y hasta es posible que aumente a mediados de 2017".
Sobre el acuerdo, Christopher Dembik, analista de Saxo Bank, reconoce que existen "fuertes riesgos de que no sea respetado", como ocurrió con el acuerdo firmado entre Rusia y Arabia Saudita en el pasado mes de febrero.
En general, las expectativas acerca del acuerdo son algo pesimistas. Robert Haddad de SBA cree que "solo cuando el barril perfore ese techo de resistencia de los 49,05 dólares se podrá ser un poco más optimista" .
Además, desde Bloomberg opinan que "la OPEP no puede controlar el 60% de la producción mundial fuera de su grupo y acuerdos anteriores que han logrado al final se han venido abajo", opinan desde el medio norteamericano, donde le otorgan una mayor importancia a la nueva estrategia que ha adaptado Arabia Saudí, congelando su producción.
UBS dijo que debido a los altos inventarios y la incertidumbre sobre si el acuerdo se llevará a cabo "no se anticipa un fuerte repunte de los precios del petróleo". Pronostica un precio del Brent de 52 dólares por barril en el cuarto trimestre, frente a alrededor de 46 antes de la reunión de Argelia.
Por otro lado, el cambio de posición de Arabia Saudita, que posibilitó llegar a un acuerdo para reducir la extracción de petróleo de la OPEP, fue interpretado por expertos y analistas como una capitulación en su guerra para desestabilizar a los productores norteamericanos de shale oil. Desde Commerzbank opinan que el cambio de postura tan radical de Arabia Saudí "traduce el reconocimiento de un fracaso en su estrategia de inundar el mercado para reducir el precio y colocar a los productores norteamericanos de petróleo de esquistos en situación de extrema fragilidad financiera".
También Katherine Richard, CEO del grupo Warwick Energy, estimó que el sorpresivo anuncio de la OPEP en Argel representa es una forma de rendirse frente a los productores de shale oil de Estados Unidos que, finalmente, se revelaron mucho más resistentes de lo que imaginaban sus adversarios.
De todas formas, la decisión de Arabia Saudí sigue escamando a los analistas, aunque tienden a justificarla asegurando que la monarquía saudita parece haber entendido que el enfrentamiento que le costó 150.000 millones de dólares en reservas de cambio y originó déficit presupuestario de 13,5% de su PIB en 2016. Según estadísticas oficiales del Fondo Monetario Internacional (FMI), se estaba convirtiendo en un enorme lastre para los presupuestos del Estado.
Con una población extremadamente dependiente de los subsidios estatales, el Gobierno no podía asumir el riesgo de provocar un mayor descontento, susceptible de desestabilizar la corona, también amenazada por un frágil contexto geopolítico y relaciones muy difíciles con Estados Unidos.