Los mercados de capitales en la actualidad parecen haber entrado en una dinámica sorprendente y jamás antes vista. El inversor, independientemente del grado de profesionalidad, en el pasado tomaba su decisión dependiendo de las circunstancias globales del mercado, centralizaba su inversión hacia un lado u otro de los dos grandes focos de inversión; renta fija […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Los mercados de capitales en la actualidad parecen haber entrado en una dinámica sorprendente y jamás antes vista. El inversor, independientemente del grado de profesionalidad, en el pasado tomaba su decisión dependiendo de las circunstancias globales del mercado, centralizaba su inversión hacia un lado u otro de los dos grandes focos de inversión; renta fija o renta variable.
Dependiendo del ciclo económico en el que nos encontramos, podíamos ver una clara tendencia inversora hacia activos de riesgo o por el contrario la búsqueda de seguridad en otros. La descorrelación entre los dos focos antes comentados hacía que siempre la balanza se decantara hacia un lado.
Estamos en un punto en el que, parece haber dinero para prácticamente todo activo financiero existente en el mercado, el exceso de oferta es solventado con un mayor exceso de demanda, lo que provoca un bucle que se retroalimenta y no parece tener fin.
Focalizando en un primer momento el mercado de renta fija, con un increíble mayor volumen monetario que el de renta variable, podemos comprobar cómo las emisiones de deuda soberana por parte de los diferentes países es bien recibida por el inversor con una demanda elevada y en línea con las previsiones estimadas por los emisores, independientemente de las características y temporalidades de la misma. En algunos casos buscando altas rentabilidades, asumiendo riesgos "relativamente reducidos" (veamos el caso de los bonos griegos) y en otros muchos salvaguardando los intereses del propio inversor, protegiendo su dinero en activos "totalmente seguros" con rentabilidades incluso negativas, es decir pagando por invertir, es el claro ejemplo del bono suizo a 10 años o el bono a 5 años alemán y con un mercado en la que la tendencia es que se sigan aumentando los activos de dichas características.
Dentro de la renta variable, el apetito por el riesgo no parece cesar, perdiendo algo de fuerza las bolsas americanas, pero manteniendo imperturbable la clara tendencia alcista en el que se encuentran sumidas ya desde hace años, la proximidad de la posible subida de tipos de interés no amedranta a un inversor que quiere seguir apostando por este mercado.
Teniendo en cuenta lo antes comentado estamos experimentando una llegada de capital brutal a todos los mercados asiáticos pero en particular a las bolsas europeas, siendo el mercado preferido por el inversor el Dax Xetra alemán, las mismas circunstancias cuantitativas que llevaron a otros mercados a copar el podio son ahora factores determinantes para convertirse en el favorito.
Hay actualmente mucho apetito por el riesgo, en la misma medida que incertidumbre hacia las circunstancias que se dan en el mercado y en la economía global, debido a que, las políticas monetarias están dando sus frutos, pero no al nivel esperado hasta el momento, lo que produce serias dificultades a la hora de confiar al cien por cien en una economía o en un activo en concreto. Dándose en cualquier momento, ante cualquier tipo de incertidumbre una "calma tensa" en el mercado, sabiendo que no estamos actualmente en una economía con los cimientos lo suficientemente sólidos para aguantar cualquier tipo de golpe.
Tal vez el inversor haya cambiado o le hayan hecho cambiar las circunstancias económicas o mejor dicho le han hecho cambiar los actores de la economía, en este caso los bancos centrales.
El perfil del inversor ya no se puede catalogar tan sólo en referencia a su riesgo asumible, sino a una diversificación obligada. Debido principalmente a una incertidumbre que sustenta una economía condicionada por factores exógenos que no la dejan andar por sus propios medios.
Deberíamos preguntarnos quiénes son los mayores tenedores de deuda. Es simple: aquellos que también la emiten. Por lo que debemos tener en cuenta que nos encontramos con mercados condicionados, con un grado de apalancamiento bastante grande y con unos niveles de sobre compra importantes.
Estos mercados parecen absorber todo en el corto plazo, pero en el largo plazo podemos encontrarnos con un colapso importante, sobre todo porque hay una única pata que falla aún en el mercado de capitales, que no consigue tener la viveza de los dos comentados anteriormente y es una pata fundamental para la reactivación económica, la fluidez de crédito y no llegar a ese posible problema de insostenibilidad en el futuro.
Hay dinero, pero sólo de unos pocos en grandes cantidades, por lo que cualquier inversión puede parecer buena. Si la tercera pata antes comentada fuera tan fuerte y sólida como los mercados mencionados anteriormente, no habría ninguna duda en que el dinero existiría en la misma cuantía, generando una riqueza mayor y se equipararían del mismo modo como sucede en la actualidad, renta fija y renta variable.
La cuestión es que entraríamos en una economía no condicionada, lo que llevaría al inversor a generar un mercado de nuevo descorrelacionado entre activos con rentabilidades variables y activos con rentabilidades fijas, lo que sería un modelo económicamente perfecto, cosa imposible.
Jorge López es analista de XTB.