La economía global se ha ralentizado claramente y no hay presiones desde el lado de los precios. Estados Unidos sigue "saliendo del paso", sin que se espere una fuerte desaceleración y con una perspectiva favorable (por el bajo desempleo y los reducidos precios energéticos, la mejora del mercado inmobiliario y las buenas condiciones crediticias). Sin […]
Dirigentes Digital
| 21 oct 2015
La economía global se ha ralentizado claramente y no hay presiones desde el lado de los precios. Estados Unidos sigue "saliendo del paso", sin que se espere una fuerte desaceleración y con una perspectiva favorable (por el bajo desempleo y los reducidos precios energéticos, la mejora del mercado inmobiliario y las buenas condiciones crediticias).
Sin embargo, "la falta de presiones inflacionarias (desde el mercado laboral) son un fuerte ‘viendo en contra’ para que la Fed suba los tipos", afirma este experto. Es "muy difícil" la tesitura en la que se encuentra la autoridad monetarias, pues si mira la economía doméstica el incremento del precio del dinero está justificado, sin embargo, el impacto que esto tendría sobre el dólar y, por ende, sobre los emergentes, crea un "efecto boomerang" que elimina las condiciones favorables a este aumento.
Así, Quirighetti no cree que la autoridad monetaria estadounidense vaya a subir los tipos en diciembre, pues esperará a tener más claridad y eso, probablemente, no será hasta marzo. De hecho, no descarta que el primer movimiento en este sentido en una década tampoco se produzca en 2016.
Mientras tanto, en la Zona Euro continúa la recuperación cíclica, apoyada en el fortalecimiento de la demanda doméstica, pero, sobre todo, en los bajos precios de la energía, el débil euro y los estímulos del Banco Central Europeo (BCE). "Hay espacio para un mayor repunte el año que viene", afirma el gestor, especialmente si Mario Draghi incrementa sus compras de activos (QE). Ahora bien, tanto esta autoridad monetaria como el Banco de Japón (BoJ) se mantendrán a la expectativa de lo que haga la Fed.
"Es pronto para que el BCE amplíe el QE", sobre todo si tenemos en cuenta que no hemos alcanzado ni la mitad del programa y el peligro que supone adelantarse a la autoridad monetaria de Estados Unidos. En su opinión, Draghi apuntará a esta posibilidad, pero no se comprometerá directamente a hacerlo. Asimismo, avisa: los Gobiernos deben implementar las reformas necesarias para evitar un escenario como el de Japón.
Finalmente, en las economías emergentes la debilidad del crecimiento se ha acentuado por la fortaleza del dólar y el hundimiento de las materias primas. Quirighetti cree que hay más devaluaciones en el futuro del yuan y considera que "hay oportunidades en la deuda emergente denominada en dólares", señalando específicamente al bono brasileño a cinco años.
La renta fija, afirma, ha recuperado cierto atractivo táctico con la Fed retrasando (de nuevo) la subida de tipos. Considera que la correlación entre deuda soberana y Bolsa volverá a ser negativa, con el fin de la ampliación de los spreads al tiempo que la búsqueda de rentabilidad continúa (de forma más selectiva).
Así, infrapondera la renta variable global (sólo se salva Europa con una visión más positiva) y en deuda sobrepondera duración: no hay incentivos para invertir en bonos soberanos con plazos de uno a cinco años (excepto en la curva británica), por tanto, el objetivo sería a siete años tanto en Estados Unidos, como en la periferia europea y supranacional. Al mismo tiempo, aumenta el efectivo para preservar capital, con el objetivo de no perder dinero ante los tipos negativos.