Pedir un aumento de sueldo, cambios de última hora en la ejecución de un proyecto, explicar a un superior o cliente que el trabajo no estará disponible en el plazo previsto… Todas ellas son situaciones incómodas que tienen como denominador común el que se dan en nuestro lugar de trabajo. ¿Cómo podemos enfrentar y salir […]
Dirigentes Digital
| 09 abr 2015
Pedir un aumento de sueldo, cambios de última hora en la ejecución de un proyecto, explicar a un superior o cliente que el trabajo no estará disponible en el plazo previsto…
Todas ellas son situaciones incómodas que tienen como denominador común el que se dan en nuestro lugar de trabajo.
¿Cómo podemos enfrentar y salir indemnes de todas ellas sin sufrir un pico de estrés?
– Relativizar. Al estar dentro de una coyuntura de estrés se pierden las referencias objetivas y se llega a creer que todo es más grave y más grande de lo que realmente es. Entonces, hay que tratar de redactar un relato objetivo sobre lo que está ocurriendo. De esta forma se logrará dar cuenta de que en ocasiones el estrés distorsiona la percepción sobre lo que está ocurriendo.
– Fijar objetivos reales y no imposibles. La adecuación de objetivos consecuentes con las condiciones en las que se trabaja ayuda a que nuestro nivel de autoexigencia sea menos dañino y, por tanto, se evitarán situaciones de estrés negativo e innecesario.
– Cuando las situaciones de estrés impliquen a terceros ya sean superiores jerárquicos, compañeros o clientes la comunicación es el mejor vehículo para solventarlas. Hay que ser claro, confiar en la valía como trabajador y, sobre todo, aportar potenciales soluciones para resolver el conflicto. Con independencia del resultado final saldrás reforzado por el hecho de haber afrontado la crisis y porque los demás percibirán que se ha actuado de forma diligente.
– Es común que, conforme se aproxima la fecha límite para hacer entrega de un trabajo o se celebre una reunión, su rendimiento se vea mermado y eso cause estrés y el estrés repercuta en el rendimiento. Para poder romper esta nociva dinámica ha de cambiar el foco de su atención. La actividad hay que elegirla, desde hablar por teléfono a salir a dar un paseo corto, esos minutos de esparcimiento pueden suponer la válvula de escape perfecta para recuperar la productividad.
– Por último, aunque resulten desagradables o provoquen temor, las situaciones incómodas – en cualquier ámbito de la vida- obligan a salir de la zona de confort y a buscar recursos para afrontarlas. Hay que dejar de observarlas como una oportunidad para el fracaso, sino como una oportunidad para el crecimiento personal, porque estas situaciones se convierten en una lección de vida.