El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía global crezca este año un 3,4%, frente al 3,3% de 2014, 2013 y 2012… La economía ha perdido momentum, aunque la idea generalizada del consenso es que se produzca una cierta aceleración a finales de año, con la mejora de los países desarrollados compensando el peor […]
Dirigentes Digital
| 31 ago 2015
El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía global crezca este año un 3,4%, frente al 3,3% de 2014, 2013 y 2012… La economía ha perdido momentum, aunque la idea generalizada del consenso es que se produzca una cierta aceleración a finales de año, con la mejora de los países desarrollados compensando el peor comportamiento de los emergentes.
¿Arrasará China con todas estas expectativas? La desaceleración del gigante asiático es, tal y como explica Adrien Pichoud, gestor senior de SYZ AM, "un proceso continuo y gradual (estructural)". Conocido por muchos, la preocupación actual se asienta por la falta de información fiable, el tamaño y la importancia actual de esta economía y el elevado nivel de deuda.
Aunque Europa y Japón deberían sorprender positivamente, el temor a una ralentización en China y Estados Unidos "se ha encontrado con una fuerte corriente vendedora en las materias primas. Por primera vez desde hace más de una década (excluyendo el episodio 2008-2009), se espera que el crecimiento del comercio mundial sea menor que el crecimiento económico mundial: ¿es consecuencia del fin de la globalización o solo del boom de las commodities? ¿Una muestra de una desaceleración más grave en China y los emergentes? ¿Es que la economía de Estados Unidos también quizá se está debilitando?" son las preguntas que acosan a los inversores.
Este experto reconoce que, en dicho contexto, "no estamos oficialmente en modo risk off y no hemos cambiado nuestro escenario central todavía, pero tampoco estamos utilizando todo el riesgo que podemos en nuestras carteras".
Concretamente, subraya que "las inversiones están centradas en activos líquidos y de elevada calidad. Hemos reforzado la capacidad de recuperación de nuestras carteras evitando los mercados emergentes o activos relacionados con las materias primas (tanto en deuda como en bolsa), la renta variable de pequeña capitalización y los bonos de baja calidad crediticia".
Además, teniendo en cuenta que la correlación entre deuda soberana y Bolsa ha regresado a territorio negativo, "ayudando a controlar la volatilidad de las carteras. Hemos equilibrado reduciendo nuestra exposición a renta variable en favor de los bonos".
De cara a los próximos tres a seis meses, considera que la Bolsa debería seguir superando a los de renta fija; y mantiene su preferencia por los mercados desarrollados, especialmente Europa y Japón, e infraponderan emergentes (sobre todo Latinoamérica). La rentabilidad esperada para la deuda, reconoce, es reducida pero "aún es mejor que el dinero efectivo". Por otra parte, considera que "aún queda margen para que se fortalezca el dólar, pero depende mucho de la próxima reunión de la Fed y de los datos que se conozcan antes de la misma".
Sus principales preocupaciones pasan por la extrema polarización de los mercados, los bajos precios de la energía y los "ángeles caídos" en los mercados emergentes (principalmente los bonos high yield) y la reacción a la próxima decisión de la autoridad monetaria de Estados Unidos.
"Sin esperar grandes cambios en el panorama económico y la inflación en los próximos semanas y con la subida de tipos de la Fed, es difícil apostar a un rally de la renta variable… especialmente en Europa o Wall Street. Por lo tanto, no deberíamos observar cambios bruscos o significativos de tendencia en las diferentes clases principales de activos. Sin embargo, puede ser el detonante para que podamos empezar a alterar nuestro posicionamiento", concluye.