Los polvos cancerígenos 2016 está siendo un “annus horribilis” para Johnson&Johnson. Y no solo por los malos datos económicos. Miles de mujeres han demandado a la compañía por encubrir un riesgo de cáncer en el polvo de talco que contienen algunos de sus productos. Tan solo en Saint Louis se han presentado unos 1.800 casos […]
Dirigentes Digital
| 10 oct 2016
Los polvos cancerígenos 2016 está siendo un “annus horribilis” para Johnson&Johnson. Y no solo por los malos datos económicos. Miles de mujeres han demandado a la compañía por encubrir un riesgo de cáncer en el polvo de talco que contienen algunos de sus productos. Tan solo en Saint Louis se han presentado unos 1.800 casos contra Johnson&Johnson, de acuerdo con el bufete de abogados Onder, que afirma contar con un total de 3.500 clientes más que acusan a la compañía por el mismo motivo. La última denuncia la recibían hace unos días. Deborah Giannecchini, una mujer de 46 años de California, ha acusado al gigante americano porque, según ella, los productos a base de polvos de talco de la empresa le provocaron cáncer de ovario en 2012 tras usarlos durante años en su higiene íntima. “Es triste que estas mujeres tengan que sufrir innecesariamente así, simplemente porque Johnson&Johnson no estaba dispuesto a poner una advertencia en la etiqueta”, decía a los medios Jim Onder, abogado de Giannecchini. Onder añadía que la compañía sabía sobre los posibles riesgos, pero que nunca se lo dijo a los consumidores. En mayo de este año la multinacional tuvo que pagar 55 millones de dólares a Gloria Ristesund, una mujer de Dakota del Sur que acusó a Johnson&Johnson por el mismo motivo. Ristesund ha tenido que someterse a una histerectomía y varias cirugías desde entonces. Ella dice que usó el conocido producto de talco Baby Powder de la compañía en sus genitales durante décadas después ducharse y que eso le provocó el cáncer. En enero de 2016 terminaba el juicio de Jacqueline Fox contra J&J. Esta mujer afroamericana de 59 años de Birmingham, Alabama, que murió de cáncer en octubre de 2015 fue la primera en demandar a la compañía. “Desde que era adolescente ponía polvos de talco Johnson&Johnson en mis braguitas como forma de higiene”, llego a decir Fox. Fue diagnosticada en 2013 con cáncer de ovario avanzado. “Estábamos un poco escépticos al principio”, explicaba su hijo Marvin, “tenía que ser seguro”, continuaba, “estos polvos se ponen en los niños desde siempre, no tenían por qué ser malos, ¿por qué nunca se reportó nada malo en el uso en bebés?”. Un jurado llegó a la conclusión de que el polvo de talco contribuyó al desarrollo de la enfermedad y que Johnson&Johnson era responsable por negligencia y conspiración por no advertir a las mujeres sobre el potencial riesgo de utilizar estos polvos de bebé en el área genital. El veredicto decidió que la multinacional debía dar 10 millones de dólares en daños compensatorios a Jacqueline Fox y 62 millones más en daños punitivos. Se acusa a la compañía también de haber hecho una agresiva campaña de marketing orientada a las mujeres hispanas y afroamericanas para comprar los polvos de talco de la empresa. Dos grupos de mujeres que, según un informe interno de la compañía de 1992, eran un blanco fácil para hacer crecer el mercado. En el mismo informe reconocían los posibles vínculos entre el talco de sus productos y el cáncer. Es la única vez que la multinacional menciona esa relación. La portavoz de J&J, Carol Goodrich, dice que los veredictos contradicen 30 años de investigación al servicio de la seguridad del talco cosmético y que recurrirán. “La compañía tiene la intención de apelar y mantendrá la defensa de la seguridad de sus productos”, dijo Goodrich. Además, se ha emitido un comunicado por el que reconocen que “las mujeres y las familias afectadas por el cáncer de ovario están buscando respuestas, y nos solidarizamos profundamente con todas las afectadas por esta enfermedad devastadora. Estamos defendiendo la seguridad de Johnson Baby Powder porque la ciencia, la investigación, la evidencia clínica y las décadas de los estudios realizados por expertos médicos de todo el mundo continúan apoyando la seguridad de talco cosmético”. Este negocio, según publica la consultora Euromonitor, le reporta enormes beneficios a la multinacional. Las ventas de productos de polvo de talco de Johnson&Johnson fue de alrededor de 374 millones de dólares en 2014. Productos defectuosos Pero no todos los problemas del mayor vendedor mundial de productos para el cuidado de la salud tienen que ver con los polvos de talco. En su informe anual de 2015, Johnson&Johnson indicó que más de 75.000 personas habían presentado reclamaciones de responsabilidad a la compañía, sin incluir los casos relacionados con el talco. Un jurado de Texas determinaba en la primavera de este año que la multinacional tenía que pagar alrededor de 500 millones de dólares a cinco demandantes que denunciaron a la empresa por implantes de cadera de metal Pinnacle, realizados por su división DePuy Orthopaedics. Un caso que ya han dicho que recurrirán, pero que no es el último, porque a finales de septiembre se ha puesto en marcha el juicio de 7 afectados contra la multinacional y hay al menos 8.000 casos más pendientes de ser juzgados. Los afectados de este último alegan que el implante de cadera es defectuoso en el diseño, carecía de las pruebas adecuadas antes de salir al mercado y que no advertían de los riesgos. Los demandantes afirman, además, que los implantes les han llevado a tener algunas complicaciones que incluyen dolor severo, falta de firmeza y la dislocación. En la demanda también se dice que sufrieron un tipo de envenenamiento por metales llamado metalosis, una condición que involucra niveles peligrosamente altos de cromo y cobalto en la sangre. Existen un total de 93.000 personas afectadas por estas prótesis en todo el mundo, también en España donde son 70 los centros hospitalarios afectados. A muchos pacientes se les ha tenido que practicar una cirugía para retirar los implantes defectuosos. Además este año Johnson&Johnson ha acordado pagar otros 120 millones a unas 3.000 mujeres que afirman que sufrieron daños en los órganos internos, depresión y quedaron con un constante dolor debido a inserciones de mallas quirúrgicas vaginales defectuosas realizadas por la filial de la compañía, Ethicon. Aún así, más de 40.000 demandas contra este polémico producto todavía siguen pendientes. El todo vale: riesgo para la salud a cambio de dinero Los problemas de la multinacional vienen de lejos. En 2013, un juzgado le obligó a pagar 2.200 millones de dólares por las investigaciones criminales y civiles sobre la presunta comercialización ilegal del medicamento Risperdal. Esta fue una de las mayores sanciones por fraude de salud en la historia de Estados Unidos. Este medicamento antipsicótico fue recetado entre 1999 y 2005 a niños con problemas de desarrollo y comportamiento y a ancianos con algún tipo de demencia. Se llegó a usar incluso en otros pacientes con trastornos psiquiátricos y esquizofrenia. Según las autoridades federales, entre sus riesgos para la salud se incluye la posibilidad de que los niños pudieran desarrollar pechos a través de la producción elevada de la hormona prolactina. El caso, investigado durante 10 años, decía que Johnson&Johnson había comercializado indebidamente Risperdal sin dar a conocer los riesgos graves para la salud que conllevaba su uso. También afirmaron que la empresa ignoró las advertencias de la agencia de medicamentos FDA de no promover el antipsicótico en la infancia. Las investigaciones revelaron que la multinacional farmacéutica utilizó gran variedad de tácticas para conseguir que los médicos prescribieran más Risperdal, incluso para usos no probados. Entre ellas pago de comisiones ilegales a las farmacias que abastecían a residencias de ancianos o viajes a los médicos que lo recetaran a más pacientes. Entre 1999 y 2005 Risperdal fue uno de los medicamentos más vendidos de la compañía. En 2004, por ejemplo, reportó 3.100 millones de dólares en ventas, lo que representaba aproximadamente el 5% de los ingresos totales de Johnson&Johnson durante ese año, según documentos de la empresa. Otro caso en el que hubo soborno y que llevó a Johnson&Johnson a pagar 70 millones de dólares al gobierno federa fue el que le acusaba del cohecho de sus filiales que violaron las leyes de prácticas corruptas en el extranjero. Al parecer pagaron a médicos rumanos, griegos y polacos a cambio de contratos y acuerdos para prescribir medicamentos de la compañía y elegir los implantes quirúrgicos de la multinacional Johnson&Johnson antes que los de cualquier otra empresa del sector.