La Autoridad Bancaria Europea lo ha confirmado tras los últimos test de estrés. De las 51 entidades estudiadas, equivalentes al 70% del sector bancario de la Unión Europea, solo dos han "suspendido": el Allied Irish Banks y el italiano Monte dei Paschi di Siena. El grueso de la banca europea goza de una buena solvencia […]
Dirigentes Digital
| 29 jul 2016
La Autoridad Bancaria Europea lo ha confirmado tras los últimos test de estrés. De las 51 entidades estudiadas, equivalentes al 70% del sector bancario de la Unión Europea, solo dos han "suspendido": el Allied Irish Banks y el italiano Monte dei Paschi di Siena. El grueso de la banca europea goza de una buena solvencia y podría afrontar las necesidades de capital de forma holgada en caso de un escenario económico adverso.
Las preocupaciones giran ahora, como se preveía, en torno a la banca italiana. Pese a que este año no hay un umbral mínimo que determine las necesidades de capital, los expertos toman como referencia el mínimo exigido en los últimos test de estrés de 2014, un 5,5% en el escenario adverso y un 8% en el escenario base, y el Monte dei Paschi se ha quedado en un -2,44%. Esta cifra ha hecho subir como la espuma los rumores sobre su inminente rescate, que incluso algunos medios ya dan por cerrado.
Ya los expertos de Link Securities afirmaban hace unas semanas que la salud del sector financiero italiano sería uno de las grandes incertidumbres de cara a la segunda mitad del 2016. Según el economista jefe de Deutsche Bank, David Folkerts-Landau, la banca italiana necesitaría 150.000 millones de euros para sobrevivir, puesto que ha caído en torno a un 60% en Bolsa en este año y acumula créditos tóxicos de 360.000 millones de euros. De hecho, el propio Folkerts-Landau afirmaba que la caída generalizada de la banca europea en Bolsa era "síntoma de un problema mayor".
La buena nota general de los últimos test de estrés ha dado un respiro a la banca europea, aunque las dudas sobre la solvencia italiana no son las únicas incertidumbres que siguen acechando. La banca europea aún está a vueltas con los problemas estructurales pendientes de resolver (el exceso de capacidad o la morosidad), los altibajos de la recuperación económica (exposición a petroleras o a emergentes, impacto del Brexit…) y el ‘efecto perverso’ de las políticas acomodaticias de los bancos centrales, con los tipos negativos como principal exponente.