A menudo, los análisis de mercado y estudios sectoriales describen el constante avance tecnológico como un proceso complejo, pero en el que residen las oportunidades para asegurar un crecimiento duradero, al menos para las compañías que se sumen a tiempo a la innovación. Sin embargo, un estudio recién publicado por la consultora EY desvela que […]
Dirigentes Digital
| 17 abr 2018
A menudo, los análisis de mercado y estudios sectoriales describen el constante avance tecnológico como un proceso complejo, pero en el que residen las oportunidades para asegurar un crecimiento duradero, al menos para las compañías que se sumen a tiempo a la innovación. Sin embargo, un estudio recién publicado por la consultora EY desvela que la disrupción digital puede generar un efecto inesperado en el comportamiento de las empresas, como es el del aumento de las desinversiones para poder afrontar con liquidez suficiente los costes que conlleva la implantación de nuevas tecnologías. Así, el informe de EY cifra en un 87% el número de compañías que prevén desprenderse de alguno de sus activos a lo largo de los dos próximos años para poder financiar su adaptación a las tecnologías disruptivas y a los efectos que éstas generan en la demanda. Además, EY señala que un 50% de empresas espera tener que recurrir a una desinversión para centrarse en activos más rentables y poder emplear la liquidez sobrante en innovaciones que ayuden a optimizar su eficiencia operativa y mantenerse en sincronía con los cambiantes hábitos de su clientela. El informe asegura que las compañías que se decidan a desinvertir para adaptarse a los cambios tecnológicos podrían disponer de un 21% más de probabilidades de mejorar sus precios de venta respecto a las desinversiones oportunistas. En la misma línea, se destaca que las empresas que emplean sus ingresos en innovación tecnológicas mejoran en un 48% sus opciones de aumentar la valoración del resto de su negocio. Respecto a las motivaciones que esconden las decisiones de desinversión, un 62% de las compañías consultadas alude a incertidumbres macroeconómicas y geopolíticas, especialmente los cambios en leyes laborales o migratorias (86%), las reformas fiscales (80%), los acuerdos comerciales internacionales (62%) o los efectos de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (42%). El 47% de los ejecutivos consultados por EY han reconocido que el seguimiento de su cartera se limita a dos veces al año, mientras que un 56% afirma haber demorado “demasiado tiempo” alguna desinversión. Desde EY, su socio en el área de Transacciones, Sergio Rufino, asegura que el uso de las tecnologías ayuda a “hacer un seguimiento más completo de la cartera”, lo que supone más posibilidades de “optimizar la decisión de una desinversión“.