De nuevo, la geopolítica marca las pautas a los mercados de capitales en Europa y al otro lado del Atlántico. Desde Allianz GI hacen un análisis de la situación. En el panorama político mundial, los «exits» —es decir, las salidas o abandonos efectivos o previstos de una determinada política— parecen ganar adeptos, ya sea en […]
Dirigentes Digital
| 30 may 2018
De nuevo, la geopolítica marca las pautas a los mercados de capitales en Europa y al otro lado del Atlántico. Desde Allianz GI hacen un análisis de la situación. En el panorama político mundial, los «exits» —es decir, las salidas o abandonos efectivos o previstos de una determinada política— parecen ganar adeptos, ya sea en forma del abandono por parte de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, o de la evolución dentro de la UE. Porque, mientras entre el Reino Unido y el resto de la Unión Europea se definen en detalle los planes de separación con motivo del Brexit, también forma parte de la agenda otro «exit» totalmente distinto, aunque por ahora solo se haya esbozado a grandes rasgos: el «Italexit», la salida de Italia de la zona del euro. Al menos, esa fue la sombra de la que se hicieron eco los medios de comunicación en los últimos días, durante la preparación de la formación del Gobierno italiano en Roma, causando considerable inquietud. Esto resulta aún más evidente si se observan las primas de riesgo (spreads) de los títulos de deuda pública de los Estados periféricos frente a las de los títulos de deuda pública alemanes (Bundesanleihen): son mucho mayores para los títulos de deuda italianos, pero también para los griegos, españoles y portugueses. (Detalle interesante: los bonos irlandeses consiguieron librarse de caer en esa situación.) El mensaje es claro: si se carece de una disciplina fiscal, los inversores deberán exigir primas mayores. No obstante, también debería tenerse en cuenta que en Italia puede haber mucho ruido y pocas nueces. En primer lugar, los planes de contraer gastos y, por tanto, deudas deben aprobarse con una débil mayoría parlamentaria, y el presidente Matarella ya ha dado a entender que vetará paquetes legislativos que atenten contra la sostenibilidad económica y fiscal de Italia. Y las cargas jurídicas y políticas que supondría un Italexit son aún mayores, puesto que en los tratados de la Unión Europea no se prevé la salida de la zona euro y, al mismo tiempo, la permanencia en la UE. Sería necesario modificar el artículo 75 de la Constitución italiana para permitir que los italianos decidiesen de forma directa si desean o no permanecer en la zona del euro. Para ello, la enmienda de la constitución debe ser aprobada por mayoría absoluta de las dos cámaras del Parlamento. Si se optase por la vía alternativa de una votación popular para decidir acerca de la enmienda de la constitución, primero se debería modificar el artículo 75 mediante un referendo para, en una ronda posterior, poder decidir acerca de la salida. En otras palabras, celebrar un referendo antes del referendo. Sin embargo, actualmente prácticamente el 60 % de los italianos está a favor de la permanencia en la zona del euro. No obstante: la inquietud está asegurada. Los títulos de deuda pública italianos «BTPs» siguen siendo vulnerables.