Un factor determinante para las perspectivas de la gestora es la evolución de la inflación. Después de haber subido en numerosas regiones por las alzas de los precios de las materias primas, cualquier incremento de los precios depende mucho, a su juicio, del excedente de capacidad que siga existiendo en la economía mundial. “Nuestras estimaciones […]
Dirigentes Digital
| 24 may 2017
Un factor determinante para las perspectivas de la gestora es la evolución de la inflación. Después de haber subido en numerosas regiones por las alzas de los precios de las materias primas, cualquier incremento de los precios depende mucho, a su juicio, del excedente de capacidad que siga existiendo en la economía mundial. “Nuestras estimaciones apuntan a que la brecha de producción es positiva en todas las grandes economías desarrolladas excepto en la Zona Euro”, indican desde la firma, explicando que aunque la inflación podría mantenerse en niveles moderadamente elevados comparado con la pasada década, es improbable que vuelva a subir de forma significativa. Los expertos llaman la atención sobre la paradoja que supone que aunque la inflación de los precios es evidente en muchos países, la salarial no lo es, a pesar de los niveles de desempleo notoriamente bajos en países como EEUU, el Reino Unido y Japón. “Una posible explicación es que las empresas japonesas están optando por adelgazar sus actividades en lugar de pagar salarios más elevados para captar trabajadores. Esa es una de las razones que apunta nuestro equipo de inversión en Tokio”, explican. Otros han argumentado que la curva de Phillips (que establece que el descenso del paro se traduce en un aumento de los salarios y en más inflación) no es lineal. Dicho de otro modo: un descenso del paro no provoca automáticamente un aumento de los salarios, sino que existe un umbral que debe superarse para que los salarios aceleren. Eso supone un reto para las autoridades, que deben intentar averiguar dónde se encuentra ese umbral. “Por lo tanto, podríamos ver una primera señal de alerta en los mercados de deuda corporativa, donde la búsqueda de rendimientos ha marcado la mayor diferencia”, advierten. La dificultad, a su juicio, reside en determinar qué es una caída sistémica y qué es una oportunidad de compra a menor escala. “Por ejemplo, el mercado de bonos de alto rendimiento estadounidense ya emitió una señal falsa a finales de 2015 y principios de 2016, cuando los inversores empezaron a preocuparse por la exposición del índice al sector energético”, recuerdan. Desde Fidelity dejan claro que el punto final a un mercado alcista a menudo empieza sin ruido, con desaceleraciones solo en algunas áreas del mercado. “Los tramos sub-prime BBB cotizaban a 1.500 puntos básicos sobre LIBOR en diciembre de 2006, pero tuvieron que pasar otros seis meses para que empezáramos a ver señales de la crisis crediticia y casi un año antes de que el índice MSCI AC World tocara techo”, indican. La paradoja de este mercado alcista es que parece haber muy poca complacencia, pese a que las Bolsas han resistido los riesgos políticos con subidas notables. Aún así, desde Fidelity consideran que “la crisis financiera está tan reciente que la gente es reacia a elevar el riesgo de forma significativa. Eso mantiene a los inversores alejados de las bolsas, de modo que cualquier movimiento de caída se ve como una oportunidad para volver a invertir con mejores valoraciones. Hasta que este círculo se rompa, el mercado alcista actual se mantendrá”.