Con esta filosofía nace La Jefa. Sus socios, dos jóvenes emprendedores tinerfeños, llegan con la idea de sorprender al público madrileño, no sólo por la vista sino también por el gusto, los aromas y, por qué no, el tacto de las telas y papeles que invaden el espacio. Leo Tabares de Nava, arquitecto y foodie […]
Dirigentes Digital
| 19 oct 2015
Con esta filosofía nace La Jefa. Sus socios, dos jóvenes emprendedores tinerfeños, llegan con la idea de sorprender al público madrileño, no sólo por la vista sino también por el gusto, los aromas y, por qué no, el tacto de las telas y papeles que invaden el espacio.
Leo Tabares de Nava, arquitecto y foodie avanzado, es el director gastronómico del proyecto, que busca la inspiración en las cocinas andinas y asiáticas, con ingredientes exóticos de primer nivel, sin olvidar sus raíces canarias. Emilio Jover, deportista olímpico de vela y experto relaciones públicas, es el encargado de cuidar que la experiencia del cliente sea inolvidable, uno de los pilares básicos del alma de La Jefa.
La carta está pensada para compartir, desde la vajilla (con bowls, fuentes, tablas) hasta la forma de comerla: con pinchos, palillos, las manos… El concepto gastronómico se basa en la cocina colonial, una muestra de la fusión de culturas del mundo vistas desde un prisma mediterráneo.
La Jefa propone una carta que contiene Abrebocas y Verdes como la Sopa thai de mariscos o las Croquetas de ají de gallina; Escamas y Aletas como el Tiradito nikkei de chicharro; Plumas y Patas como el Mole de carrillera de ternera; y Golosinas como el Suspiro limeño de maracuyá.
Menú degustación
Propone además el menú degustación Viaje para dos: 8 platos acompañados del cocktail favorito de la casa. Y siguiendo con el enfoque caribeño de La Jefa, su bebida estrella será el Cuba Libre. Servido con todo un ritual de elaboración, propondrá la gama alta de este tradicional trago, preparado con rones y colas Premium a gusto del cliente.
La responsable del delicado proyecto de interiorismo es Marta Auyanet, que se ha inspirado en las antiguas casas coloniales del Caribe, África e India para decorar el espacio. Marta mezcla con gusto elementos vestidos con otros muy rotos, uniendo muebles de diseño nórdico con otros de estilo inglés más tradicionales, lámparas antiguas rescatadas de mercadillos y papeles de pared estampados de Gancedo y Gastón y Daniela.
A la entrada, la cocina da la bienvenida con una gran barra en la que una única pieza de madera de iroco hace de barra, coronada por unas contraventanas del siglo XIX traídas de un anticuario de Francia y prácticamente sin intervención.
El espacio ofrece mesas altas y bajas, grandes y pequeñas. Todas hechas a medida y de distintas formas, alargadas, redondas, cuadradas… con el objetivo de dar el mejor servicio a los distintos grupos de comensales. Un lugar señorial sin ser cursi y con un aire canalla.