Consejeros independientes, presidencias no ejecutivas, reparto equilibrado del accionariado, comisiones especializadas son algunos de los principios que rigen el buen gobierno corporativo. En el caso de Abengoa brillan por su ausencia. Tras el descalabro muchos se lamentan de que una empresa con tanto futuro haya llegado a esta situación. El dedo acusador va dirigido a […]
Dirigentes Digital
| 04 dic 2015
Consejeros independientes, presidencias no ejecutivas, reparto equilibrado del accionariado, comisiones especializadas son algunos de los principios que rigen el buen gobierno corporativo. En el caso de Abengoa brillan por su ausencia. Tras el descalabro muchos se lamentan de que una empresa con tanto futuro haya llegado a esta situación. El dedo acusador va dirigido a la familia Benjumea.
Hasta hace poco Felipe Benjumea era el presidente ejecutivo hasta que dio entrada a Manuel Sánchez como consejero delegado. Los Benjumea controlan el 50% del capital de la compañía a través de la sociedad patrimonial Inversión Corporativa. Una circunstancia que no suele gustar al mercado, porque un solo accionista puede influir catastróficamente en una compañía. Los intereses de lo Benjumea era contrarios a los Abengoa, prefirieron endeudar a la compañía hasta límite insostenibles a dar entrada a nuevos socios. Hasta que la banca en el pasado acuerdo de ampliación de capital obligó al presidente a abandonar la compañía y que redujera su participación del 50%.
Este tipo de accionista abunda en las empresas familiares que han crecido hasta convertirse en gigantes multinacionales. No quieren reducir su control por miedo a una OPA de grandes fondos y el poder cambien de manos. Un ejemplo parecido es OHL, Villar Mir controla con mano de hierro la constructora desde su grupo Villar Mir. Con problemas de endeudamiento, la compañía recientemente ha lanzado una ampliación de capital de 1.000 millones para reducir deuda. Por suerte para la compañía, ha encontrado respaldo financiero para sacar adelante la ampliación pero el dirigente se ha visto obligado a reducir su participación, aunque nunca por debajo del 50%.
Otros de los asuntos indignantes son las millonarias indemnizaciones. Tanto el expresidente como el exconsejero delegado se repartieron alrededor de 20 millones de euros, meses antes del preconcurso y en plena crisis de la compañía. Y es que solo es posible si permite sueldos e indemnizaciones millonarias.
Otro ejemplo reciente ha sido el expresidente de Indra, Javier Monzón. Bajo su mandato convirtió a la compañía en una multinacional a la vanguardia en I+D, pero sus últimos años de gestión han quedado ensombrecidos por varios escándalos. 16 millones de indemnización, la compra de un avión privado a cargo de la empresa a espaldas del consejo y agujeros en las cuentas, es lo que han encontrado el nuevo consejo de administración de la compañía al levantar las alfombras.
Pero hay más y en compañía que son insignia del país, como es el caso Iberdrola. Contra toda la tendencia de las grandes compañías del mundo como es la eléctrica vasca, Desde 2001, Ignacio Sánchez Galán ha ido acumulando poder en la compañía desde que fuera nombrado vicepresidente y consejero delegado. A partir de 2006, ocupa el doble cargo, primero como presidente ejecutivo y luego desempeñando ambas funciones. Galán puede presumir de ser de los dirigentes mejor pagados de su sector y del mundo. En 2014, ingresó 9 millones de euros, prácticamente el doble que los máximos espadas del sector europeo.