Este fin de semana, durante la Conferencia de Seguridad en Munich, en la que acudieron los principales actores del conflicto ante una audiencia mundial, quedó patente que las negociaciones diplomáticas para enderezar la situación en las repúblicas ucranianas prorusas está a punto de saltar por los aires.
El despliegue maratoniano de Merkel y Hollande para acercar posturas entre Kiev y Moscú, que terminará con Putin y Poroshenko sentados en la misma mesa el próximo miércoles, está a punto de descarrilar antes de que se celebre el encuentro. Estados Unidos ha sido muy crítico con la política europea durante la conferencia, el vicepresidente Joe Biden cargó contra Rusia e insistió que Ucrania tiene derecho a defenderse, en clara alusión a la postura de Alemania de no armar Kiev.
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que el conflicto no se iba a solucionar con una Ucrania mejor armada, ni la ofensiva de Putin se iba a dejar de intimidar. La máxima dirigente hoy tendrá ocasión de estrechar posiciones en su encuentro con Obama de hoy lunes, pesar que algunos de los miembros de la delegación estadounidense acusaron a Alemania de dar la espalda a Ucrania.
El presidente del antiguo territorio soviético, Petró Poroshenko, dejó la imagen de la cumbre mostrando pasaportes rusos de las regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk para demostrar que el Kremlin está detrás de las fuerzas independentistas. Aunque Kiev y Moscú han dado luz verde al encuentro del próximo miércoles, las posturas iniciales están lejos de una posible reconciliación. Poroshenko remarcó que espera llegar a un acuerdo para un rápido alto el fuego sin condiciones previas, pero descarta cambios constitucionales en las regiones afectadas por el conflicto.
Por su parte Putin, en las primeras declaraciones con la reunión del miércoles a la vista, declaró, en el IX Congreso de la Federación de Sindicatos Independientes de Rusia, que el conflicto se debe a una conspiración global para desestabilizar al país señalando directamente a Estados Unidos.