El aterrizaje de Donald Trump en la Casa Blanca se ha convertido un factor central en la elaboración de cualquier informe de perspectivas de cara a los próximos cuatro años. Si se implementa la política fiscal ultraexpansiva anunciada en campaña por el candidato reublicano, los efectos a nivel interno y externo se dan por descontados. […]
Dirigentes Digital
| 17 mar 2017
El aterrizaje de Donald Trump en la Casa Blanca se ha convertido un factor central en la elaboración de cualquier informe de perspectivas de cara a los próximos cuatro años. Si se implementa la política fiscal ultraexpansiva anunciada en campaña por el candidato reublicano, los efectos a nivel interno y externo se dan por descontados. El Banco de España (BdE) ha tenido muy en cuenta esta variable en el momento de realizar su informe “Situación y perspectivas de la economía mundial al comienzo de 2017”, en el que recoge una serie de simulaciones sobre los posibles efectos cuantitativos de estas políticas en Estados Unidos y en el resto del mundo. El estudio recoge dos posibles escenarios: el electoral, que está alineado con los elementos de programa de Trump con mayor repercusión fiscal, y el moderado, que incorpora las reformas fiscales de la forma que los analistas consideran más probable. Las políticas anunciadas por el nuevo presidente apuntan a un cambio en la combinación de las líneas macroeconómicas que ha prevalecido hasta ahora, con estímulos fiscales relevantes en el corto plazo y una normalización más rápida en torno a la política monetaria (los expertos del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) proyectan tres subidas de 25 puntos básicos del tipo de interés oficial durante 2017). El paquete fiscal propuestos recoge medidas muy ambiciosas. Por un lado, la reforma del Impuesto sobre Sociedades con una rebaja drástica del tipo legal (del 35% al 15%), la desgravación del 100% de los gastos de inversión en el año, el fin de la deducción por gastos de intereses y la eliminación de exenciones fiscales e incentivos a la repatriación de beneficios. En segundo lugar, la rebaja del impuesto sobre la renta, sobre todo para los tramos más altos. Además, un plan de infraestructuras con elementos de financiación pública e incentivos para la privada, y un aumento del presupuesto de defensa, acompañado de recortes en otras partidas de gasto. En principio, las políticas ultraexpansivas deberían tener un componente dinamizador de la demanda y actividad en el mercado estadounidense. Aunque, en un contexto en el que el déficit está cercano al 5% y la deuda supera el 100% del PIB, estas medidas podrían poner en riesgo la sostenibilidad fiscal. Sobre el modelo, en ambos escenarios se obtiene un claro efecto positivo sobre la actividad, de entre el 0,8% y el 1,6% sobre el PIB estadounidense al final de la legislatura. En el escenario electoral el impacto máximo superaría los tres puntos básicos durante el segundo año, manteniéndose robusto hasta el final como consecuencia del aumento en la inversión empresarial y en el consumo privado. En el escenario moderado la dinámica sería similar, aunque los impactos serían aproximadamente la mitad, con un efecto máximo sobre el PIB del 1,7%. En cuanto a los efectos sobre el resto del mundo, en el caso de que Donald Trump lleve adelante todo lo prometido el efecto máximo sobre el PIB mundial sería del 0,9% en el segundo año, para irse reduciendo hasta el 0,4% al final del horizonte de simulación. El impacto sobre las economías emergentes sería algo mayor que sobre las avanzadas. Los spillovers sobre el escenario moderado sería de aproximadamente la mitad, alcanzando un máximo de 0,5% sobre el PIB en el segundo año.