Billones de dólares invertidos en la compra de deuda, inyecciones masivas de liquidez y tipos reducidos a la mínima expresión han sido necesarios para calmar las tensiones que convulsionarios a los mercados de renta fija tras la crisis y sus sucesivos ‘rebrotes’. Medidas extraordinarias que han corrido a cargo de los bancos centrales y que […]
Dirigentes Digital
| 17 mar 2017
Billones de dólares invertidos en la compra de deuda, inyecciones masivas de liquidez y tipos reducidos a la mínima expresión han sido necesarios para calmar las tensiones que convulsionarios a los mercados de renta fija tras la crisis y sus sucesivos ‘rebrotes’. Medidas extraordinarias que han corrido a cargo de los bancos centrales y que los han convertido en los principales garantes de una recuperación que ahora mira hacia la política fiscal para seguir avanzando. Aunque las Bolsas celebran este cambio de paradigma y la deuda ‘capea el temporal’ sin el estrés de episodios anteriores (como el taper tantrum de 2013), lo cierto es que, a pesar de los ‘efectos perversos’ de muchos de estos estímulos, y ante la elevada incertidumbre política su salida del terreno de juego no termina de convencer a los expertos… “A pesar de que supone un ‘viento en contra’ del crecimiento, el endurecimiento monetario como tal no es algo malo cuando la economía se está calentando”, apuntan los expertos de Nordea AM. Sin embargo, alertan del peligro que supone que el respaldo fiscal sustituya al de los bancos centrales, pues, afirman, ambas políticas son “complementarias, no sustitutivas”, sobre todo en un mundo “inundado de deudas” y muy sensible, por tanto, a cualquier movimiento en los tipos de interés. En este sentido, desde XTB creen que las autoridades monetarias “siempre van a estar ahí, cuando las cosas vayan bien, como es en este momento, y también cuando las cosas no vayan tan bien. La próxima piedra en el camino que se le está empezando a plantear a los bancos centrales, es el impacto destacable para el largo plazo que se podría producir en la renta fija, ocasionando una situación adversa”. El problema, explican, “sería unas rentabilidades que estuvieran fuera de las posibilidades monetarias del ente emisor, lo que provocaría una desconfianza lo suficientemente grande que podría desencadenar un posible terremoto financiero, que desataría un panorama oscuro no sólo para la deuda, sino también para todos los activos a nivel global. Si Tenemos en cuenta que el de renta fija es un mercado de confianza, si se dudara de su estructura, se produciría un efecto dominó. Este tipo de crisis ya se produjeron en el pasado y sus consecuencias fueron bastante nefastas”. Así, concluyen: “El nuevo trabajo de los bancos centrales es la sostenibilidad de unas yields acordes a la situación del mercado y no dejar que las mismas se disparen, para ello, tiene el poder de seguir siendo el actor principal dentro del mercado. En un caso como este, y siguiendo con la línea a la que nos tienen acostumbrados, son y serán los mayores tenedores y compradores de bonos soberanos”. Tal y como indica Credit Suisse, uno de los principales interrogantes para las autoridades monetarias es hasta qué punto pueden volver a la ‘normalidad’ previa a la crisis. Y es que, por ejemplo, ante el nuevo entorno regulatorio, deberían mantener sus amplios balances por un largo periodo de tiempo, para que las entidades financieras puedan cumplir con los requerimientos de liquidez impuestos por Basilea III.