Al mismo tiempo, la fracturación hidráulica o fracking está empezando a preocupar en estados como Texas, Kansas u Oklahoma donde los terremotos, de ser algo anecdótico, se han convertido en algo habitual. Los gobiernos de los diferentes estados se plantean nuevas regulaciones al tiempo que contrastan datos científicos que corroboren una relación directa entre este […]
Dirigentes Digital
| 06 jul 2014
Al mismo tiempo, la fracturación hidráulica o fracking está empezando a preocupar en estados como Texas, Kansas u Oklahoma donde los terremotos, de ser algo anecdótico, se han convertido en algo habitual. Los gobiernos de los diferentes estados se plantean nuevas regulaciones al tiempo que contrastan datos científicos que corroboren una relación directa entre este aumento de los terremotos y el fracking, especialmente en lo que se refiere a desechar el agua ya utilizada.
El otro lado de esta realidad nada ecológica es el creciente interés de la administración Obama por la energía verde, algo por lo que el actual presidente de los Estados Unidos quiere ser recordado en el futuro. Destaca la reciente decisión de la Corte Suprema estadounidense sobre la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) y su regulación de gases contaminantes. Una decisión que unos ven como derrota, al limitar su poder para exigir a las plantas energéticas y fábricas que reduzcan la emisión de este tipo de gases; y otros como victoria, pues la decisión de la Corte Suprema no afecta a nuevas instalaciones donde la EPA tendrá control absoluto.
Detrás de este debate, se encuentra el objetivo de la Casa Blanca de arrinconar el carbón, algo a lo que se oponen los Republicanos ? el Departamento de Estado está trabajando en un acuerdo energético, que se firmaría en 2015, para limitar su uso a nivel mundial. El carbón, principal fuente de gases contaminantes en Estados Unidos, genera aproximadamente el 39% de la energía eléctrica del país; en 1990 suponía el 55%. Una disminución que contrasta con el crecimiento de las renovables, que a nivel global crecen un 8% anual (aunque de cara al 2040 solo se espera que cubran el 6,5% de la demanda energética total). En el caso de Estados Unidos, la que mayor energía aporta es la hidroeléctrica, siendo la planta del río Niágara la de mayor productividad.
Más escenarios contradictorios. Llaman la atención las palabras de Barack Obama en la reciente cena anual para la Liga de los Votantes Conservacionistas (League of Conservation Voters). Obama aseguró que su país debe liderar el desarrollo de fuentes de energía que dependan menos del carbón para ayudar a que las economías en desarrollo produzcan energía sin aumentar la contaminación. Estas palabras se contradicen con la realidad de los números. Mientras en Estados Unidos se endurece la política contra el carbón, a la industria no le queda otra alternativa que exportar, ¿dónde? A la Unión Europea, donde las exportaciones de carbón estadounidense han aumentado considerablemente en los últimos años; en 2013 solo Rusia superó a Estados Unidos como principal exportador europeo. Por cierto, en este encuentro Obama también advirtió de un posible incremento de los precios del petróleo y de la electricidad como consecuencia de la lucha contra el cambio climático; aunque si no se hace nada, asegura Obama, las consecuencias para la economía estadounidense serían peores.
En líneas generales, la tendencia energética, según el último informe de la petrolera noruega Statoil, es un progresivo avance de una combinación de renovables, gas y energía nuclear frente al carbón y el petróleo. Sin embargo, al tiempo que esto sucede (a largo plazo), a corto se producirá un incremento en la demanda de energías fósiles, con un pico global de consumo alrededor del año 2030. Estados Unidos está entre dos aguas, por un lado la administración abraza políticas cada vez más verdes (es más, aspira a ponerse a la cabeza de la lucha contra el calentamiento global); por otro, las compañías energéticas no van a dejar de pasar la oportunidad del boom energético, sobre todo si el resto del mundo, que se empieza a desperezar tras la crisis, demanda más energía.