Reunidos en Lima durante buena parte de la semana pasada con motivo del encuentro del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que "aprovechó" para rebajar las previsiones de crecimiento global, las principales autoridades financieras y políticas del mundo, así como grandes gestores y profesionales de las finanzas hablaron de la desaceleración de […]
Dirigentes Digital
| 14 oct 2015
Reunidos en Lima durante buena parte de la semana pasada con motivo del encuentro del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que "aprovechó" para rebajar las previsiones de crecimiento global, las principales autoridades financieras y políticas del mundo, así como grandes gestores y profesionales de las finanzas hablaron de la desaceleración de los emergentes, y su impacto en los desarrollados, el hundimiento de las materias primas, las medidas de los bancos centrales, la liquidez del mercado, la volatilidad…
Se repasaron todas los temas que pueblan la agenda de los inversores y que mantiene a los profesionales alerta, con el "dolor" la reciente crisis financiera aún latente en el imaginario general. Nadie quiere ser pillado de improviso de nuevo y la cautela manda. Así, según el economista jefe de Citi, Willem Buiter, cuatro fueron los principales debates que centraron este encuentro de alto nivel.
En primer lugar, como no podía ser de otra forma y quizá como factor en el que comienzan y acaban los otros tres, nos encontramos con China. A corto plazo, indica este experto, se espera una estabilización, pero si se amplía el horizonte las dudas crecen: "La percepción es que las medidas políticas han sido un tanto ineficaces y difíciles de comprender en algunos de los recientes episodios (…) muchos incluso creen que aumentan los riesgos de que el gigante asiático sufra una desaceleración más aguda en los próximos años".
Tras China, entran en escena los mercados emergentes. Aunque las personas con las que habló Buiter consideran que su "lucha" se centra en el crecimiento y no contra una crisis financiera, también reconocieron que hacen falta reformas estructurales para volver a las tasas de actividad anteriores. Es más, a excepción de unos pocos países (especialmente India), hay pocas esperanzas de que estas necesarias medidas se lleven a cabo.
Cómo impactará todo esto en los mercados desarrollados es la tercera cuestión que más preocupa: "Existe la idea intranquila pero generalizada de que la desaceleración de los emergentes afectará moderadamente a los desarrollados y que, con la excepción ‘parcial’ de los productores de materias primas (Australia, Canadá, Nueva Zelanda o Noruega), todo irá bien".
Y finalmente, la tan traída y llevada "guerra de divisas". Buiter considera que hubo menos preocupación sobre los posibles efectos de la volatilidad en los tipos de cambio, aunque sí bastante sobre la fuente de vulnerabilidad que suponían los flujos de capitales para la economçia mundial. "Muchos piensan que China haría bien en dar prioridad a la corrección de los principales desequilibrios internos antes de intentar una mayor liberalización", destaca.
En general, concluye, la preocupación mandó en estas reuniones, "y un buen número de los participantes en ellas se marcharon de las mismas aún más preocupados por el estado de la economía global de lo que llegaron". Aún así, añade, "la mayor parte de las evaluaciones que se hicieron sobre las perspectivas fueron más optimistas que las nuestras".