la valoración de la renta variable depende de los tipos de interés. Si tomamos el valor inverso del indicador de Shiller obtendremos la tasa de beneficio correspondiente, que actualmente se encuentra en un 3,25%. Por el contrario, la rentabilidad real del Tesoro americano a 10 años roza el 0%. La prima de riesgo de la […]
Dirigentes Digital
| 03 ene 2018
la valoración de la renta variable depende de los tipos de interés. Si tomamos el valor inverso del indicador de Shiller obtendremos la tasa de beneficio correspondiente, que actualmente se encuentra en un 3,25%. Por el contrario, la rentabilidad real del Tesoro americano a 10 años roza el 0%. La prima de riesgo de la inversión en renta variable resulta de la diferencia entre las rentabilidades real de las acciones y de la deuda. Ya que la rentabilidad de la deuda es prácticamente nula, esta prima de riesgo suma un 3,25%, ligeramente por debajo de 3,5% que representa la media de la fase de crecimiento actual. La prima de riesgo descrita va acotándose a medida que nos acercamos al final de la fase, pero hoy se mantiene alta debido a los tipos de interés reducidos. Desde que la humanidad tiene constancia nunca estuvieron los tipos de interés tan reducidos. Desde la perspectiva de la historia universal es también excepcional la manipulación de los mismos por parte de los bancos centrales. Y esta manipulación ha conducido a los Estados a acumular elevadas montañas de deuda nunca vistas hasta hoy. Es posible que los bancos centrales se hayan convertido en presa de su propia política y no sean capaces de elevar los tipos de interés cuando los niveles de inflación así lo exijan. En un supuesto de unos tipos nominales reducidos y una inflación al alza, las acciones deberían permanecer en niveles altos, incluso cuando el crecimiento económico real pueda parecer utópico. Entonces la inflación podría provocar un crecimiento exagerado de las ganancias nominales y utilizar bajos tipos de interés para descontarlos. En otras palabras: incluso cuando una inversión logre una revalorización nominal, la mejora en la inflación supondrá una escasa tasa de rentabilidad para dicha inversión. Un pánico en las ventas sería desastroso… Teniendo en cuenta ambas razones, quien decida aventurarse a una inversión en renta variable debe tener presente tres puntos vitales. Primero. Se requiere fuerza de voluntad y un largo horizonte de inversión. El valor de su cartera se verá lastrado con el estallido de la próxima recesión. La decisión de vender en estado de emergencia o pánico puede perjudicar excesivamente al inversor. Por ello, éste debe tener en cuenta que la cartera necesita tiempo para recuperarse en el próximo movimiento alcista. Segundo. La cartera debería estar compuesta de acciones que coticen con firmeza y recuperen con celeridad los niveles previos a la corrección cuando ésta haya concluido. Las acciones que pueden presumir de firmeza son aquellas cuyas compañías se caracterizan por un modelo de negocio estable, un equipo directivo profesional y un volumen de deuda sostenible. Y tercero. Los ahorros no destinados a la inversión deberían ser suficientes para satisfacer los gastos que surjan. La inversión en renta variable requiere tiempo para madurar y no debería liquidarse apresuradamente cuando al inversor le falte liquidez.