La solución a Grecia, o el
desastre, avanza contrarreloj. Salga lo que salga de las urnas, las autoridades europeas están moviendo ficha para evitar que el resultado electoral desate un pánico incontrolable que termine afectando a toda la zona euros. Con las negociaciones del último tramo del rescate suspendido hasta que no se forme Gobierno, los inversores saben que el país necesita esta ayuda para no caer en bancarrota, más allá del actual auxilio financiero.
La Comisión Europea consciente de la inestabilidad que se avecina intenta convencer a todas las partes para una nueva extensión del rescate griego más allá del 28 de febrero, para evitar una nueva crisis en Grecia y para que abra las puertas a un nuevo rescate.
El ejecutivo comunitario cuenta que el Gobierno que salga de las urnas el 25 de enero atenderá a las exigencias de troika: más ajustes; primero para desbloquear los 7.000 millones pendientes que den oxígeno, hasta marzo, y luego que se sienten a negociar nuevas condiciones para una nueva línea de crédito.
En mitad de ello, el BCE, que ya ha lanzado un ultimátum al país heleno para continuar ser el colchón de los bancos griegos, celebrará la primera reunión del año dos días antes. El mercado espera que Draghi anuncie la compra directa de deuda soberana. Algo que podría quedar aplazado hasta conocerse los resultados electorales. Frankfurt podría anunciarlo simplemente y emplazar a la próxima reunión los detalles del programa, como ya ha sucedido en anteriores medidas. Dentro del BCE, el debate está abierto para ver modelo se va a seguir. A estas alturas ni está claro el importe que se va a destinar, qué tipos de activos se va a comprar y si la institución va a asumir todo el riesgo o lo va a repartir con el resto de bancos centrales europeos.
Riesgo de fuga de capitales
Mientras se acerca la fecha clave, algunos medios alemanes informan que desde que se convocó las elecciones se han fugado más de 3.000 millones del país. El Banco de Grecia ha tenido que salir al quite para tranquilizar a los ahorradores ante un temor de un corralito. Junto con el Banco Central Europeo sigue de cerca las novedades y pueden intervenir siempre que sea necesario para garantizar la liquidez de los bancos y los depósitos.
Otro foco de incertidumbre, será el pronunciamiento del Tribunal de Justicia Europeo sobre las competencias del BCE para comprar deuda soberana. En una de las medidas adoptadas por Draghi y que el BCE ya está ejecutando es comprar bonos públicos de forma indirecta a través del programa OMT, por sus siglas en inglés. El Bundesbank recurrió el año pasado la decisión al constitucional alemán que se inhibió este verano a favor del órgano europeo. Una sentencia en contra derrumbaría todos los planes pasados, futuros y presentes de Draghi para sacar a Europa de la recesión y mostraría a los mercados un euro incapaz de protegerse ante las debilidades de algunas de sus economías.
Se riza el rizo: Alemania debe a Grecia
Una comisión de expertos, designada por el Ministerio de Finanzas griego ha presentado un informe que indica que Alemania podría tener una deuda con Grecia de 11.000 millones de euros, incluso mayor, contraída en la Segunda Guerra Mundial.
El factor clave de esta deuda radica en el momento de su contratación. Cuando Grecia fue ocupada por las tropas nazis, las autoridades alemanas obligaron a realizar a las autoridades griegas un préstamo forzoso de 1,5 billones de dracmas griegos para la propia Alemania y la Italia fascista. El país tenía que comenzar a devolver la deuda después de la guerra, pero el triunfo de los aliados impidió que Hitler y Mussolini cumplieran con sus obligaciones.
Los expertos destacan que este préstamo forzoso debe considerarse independiente de las reparaciones de guerra a las que se condenó a Alemania. Según medios locales, el pago de las reparaciones es una cuestión controvertida, pero el pago de un préstamo forzoso es una demanda legítima.
Expertos consultados por DIRIGENTES aseguran que Grecia no va a salir del euro, como en algún momento se ha llegado a especular, sino que el país conseguirá una refinanciación de su deuda a 50 ó 60 años, con hasta 5 ó 6 años de carencia.