“Desenganchar Reino Unido de la Unión Europea va a ser una operación de cirugía jurídica y económica muy dolorosa”, ha sentenciado Josep Borrell, ex presidente del Parlamento Europeo, en las jornadas sobre las consecuencias económicas del “Brexit” organizadas por el CES Cardenal Cisneros. El próximo 29 de marzo, la primera ministra británica Theresa May invocará […]
Dirigentes Digital
| 22 mar 2017
“Desenganchar Reino Unido de la Unión Europea va a ser una operación de cirugía jurídica y económica muy dolorosa”, ha sentenciado Josep Borrell, ex presidente del Parlamento Europeo, en las jornadas sobre las consecuencias económicas del “Brexit” organizadas por el CES Cardenal Cisneros. El próximo 29 de marzo, la primera ministra británica Theresa May invocará la Cláusula 50 del Tratado de Lisboa como reflejo de la voluntad ciudadana de abandonar la Unión, materializado en el referéndum del pasado 23 de junio. Aunque los efectos de la salida de Reino Unido del mercado único son aún inciertos, sí se sabe en torno a qué asuntos van a girar las negociaciones del divorcio y posterior relación, que culminarán el 1 de abril de 2019 con la ruptura definitiva. La factura: La Comisión Europea (CE) ha estimado que el coste de salida de Gran Bretaña rondará los 60.000 millones de euros, incluyendo los compromisos presupuestarios futuros y las pensiones de los funcionarios, mientras que fuentes británicas estiman que esta cuantía debe estar entre los 2.000 y los 3.000 millones. El agregado económico y financiero de la Embajada Británica en España, William Murray, ha destacado que el Gobierno no maneja todavía cifras oficiales de a cuánto podría ascender dicha factura. Sin embargo, ha destacado que Reino Unido aporta cada año 9.000 millones netos a los Presupuestos comunitarios y dos veces más que otros socios como Francia en términos per cápita. Statu quo de los ciudadanos: La incertidumbre sobre el futuro de los europeos en tierras británicas y de los ingleses en la Unión es uno de los asuntos más polémicos de cara a las negociaciones. En este sentido, Josep Borrel ha señalado que los británicos deben ser prudentes en sus decisiones porque “ellos pierden la libre circulación respecto a 27 países y nosotros sólo respecto a uno”. En este sentido, el representante de la Embajada Británica ha recordado que Theresa May quiso negociar este punto desde un principio y que fue Bruselas la que dijo que no iban a haber preacuerdos hasta que se iniciarán las negociaciones formales. Además, ha añadido que la intención de Reino Unido nunca fue cerrar sus fronteras: “seguimos necesitando mano de obra porque la economía crece con fuerza”. Sin embargo, ha reconocido que una de las motivaciones del “Brexit” fue el control de los flujos migratorios, que habían llegado a ser “insostenibles” en algunas regiones. Acuerdo comercial: La decisión del Ejecutivo inglés de adoptar un “hard Brexit”, y como consecuencia salir del mercado comunitario, deja fuera posibles soluciones como la adopción de un modelo parecido al de Noruega. El estado del Norte no pertenece a la Unión pero sí participa en el mercado interno, pagando una cuota para su mantenimiento y acatando las normas, a pesar de que no puede participar en los procesos de decisión. Como contrapeso a todas las ventajas del entorno comunitario, Noruega debe aceptar la libre circulación de personas, un punto en el que Reino Unido no está dispuesto a ceder. El expresidente de la Cámara Europea ha destacado el “desequilibrio en las negociaciones”, ya que el 45% de las exportaciones británicas tienen como destino la UE, mientras que tan sólo el 10% de las europeas van a parar allí. Además, la UE provee sobre todo de productos industriales, que podrían acogerse con facilidad a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero Reino Unido centra sus exportaciones en los servicios, por lo que le será más difícil encontrar nuevas ventajas comparativas. Desde el lado británico, Murray ha señalado que el Gobierno plantea un acuerdo comercial “ambicioso”, y como muestra de ellos está la disposición a mantener el cumplimiento de la legislación europea a pesar de la ruptura. Por otro lado, ha criticado la negativa de Bruselas a llevar en paralelo las negociaciones de salida y el futuro acuerdo comercial, algo que según él “carece de sentido”. “En las conversaciones que hemos tenido durante los últimos meses con empresas británicas y españolas, todas coinciden en este punto, quieren certidumbre y que las negociaciones sean en paralelo”, ha concluido.