Y saldrá el listillo que diga, claro, como son más hombres "conduciendo" y más tiempo "al volante", pues normal. Pero este no es un debate más de a ver quién conduce mejor y porqué yo sufro una discriminación ante las aseguradoras sólo por cuestión de género y no de mis aptitudes al volante (claramente demostrables a base de puntos y antigüedad), o si es peor llevar de copiloto a una dama desdoblando el mapa de carreteras… Por fortuna para el amor, esas cosas ya las hacen los GPS, y ahora también los smartphones. Y según las estadísticas… mejor que estén al cuidado de una mujer.
Pues en lo que se refiere a los aparatos electrónicos, tenemos datos de un estudio encargado por
Nikon: los hombres destrozan más de 2.500 euros en dispositivos electrónicos a lo largo de toda su vida. 2.675 euros de media para ser más exactos, en daños fortuitos y en ensañamientos varios: ordenadores, teléfonos, lectores de música, y por supuesto, cámaras de fotos. Y es que, casi la mitad del género masculino (43% según el fabricante japonés) ha dañado en los últimos cinco años un aparato de estos. Y de ese grupo, un tercio lo ha dañado de tal manera que ya no tenga reparación posible. Una cantidad apreciable, para la salud del negocio.
¿Pero cómo se puede dañar un dispositivo electrónico así? Cuatro de cada diez hombres de los que han reconocido haber dañado un equipo en los últimos cinco años, afirma que se le ha caído al suelo en algún momento, un síntoma de poco cuidado y una señal de que el parkinson y el alzheimer pronto harán estragos en nuestras neuronas. Otro 8%, y estos son peores, echa las culpas a sus hijos, reconociendo que al ceder a sus peticiones, o simplemente facilitándole su alcance, lo han cogido y lo han acabado rompiendo.
El tercer motivo, también en un 8% de los casos, sería haber estropeado el dispositivo al derramar una bebida o sumergir el mismo en una. Sí, no es solo típico de la ley de Murphy que la jarra de cerveza o la taza de café se vuelquen justo cuando están en conjugación con el retrato de la suegra y el notebook del lado del teclado, también existe el clásico patoso que se prepara un baño de espuma para escribir sus memorias en remojo y a punto de electrocutarse, y está el 3% de manazas que no son capaces de subirse la cremallera sin que se les caiga el móvil al retrete. Huy no, que aquí los de Nikon sí especifican claramente que, además de los descuidos y olvidos varios en el que las mujeres son mayoría (vale, técnicamente, no los "rompen"), las féminas también son el doble de propensas a que se les escurra el móvil por entre las piernas al desagüe, todo un 6%.
Y no nos olvidamos de aquellos que, precisamente sí se olvidan de que llevan el móvil o la cámara en el bolsillo de la chaqueta y se sientan encima al subirse al taxi, que son un 6% de los 4.000 encuestados. Con los phablets de gran pantalla, eso puede llegar a ser muy doloroso.
Se ha determinado que el dispositivo que más se daña es el portátil, siendo este el peor parado en el 26% de los casos. Los smartphones irían en segunda posición con un 21%, y las cámaras se quedarían en tercera posición con un 18%. Es por esto que Nikon lanzaba el estudio, precisamente para destacar las características de su Nikon 1 AW1 todo terreno. Y es que, por muy famosas que se hayan hecho las DSLR, al final lo más práctico para aquellos que quieren llevar una cámara de alta calidad sin miedo a destrozarla es adquirir una de estas cámaras compactas con objetivos intercambiables resistente al agua, al polvo y a los golpes; incluso a la congelación, por lo que reta al género humano masculino a que la cojan en sus manos sin miedo.
Jordi Brinkman, director de productos del departamento de Nikon 1 de Nikon Europa, comentaba sobre este modelo que "es perfecto para seguir con nuestros estilos de vida más activos. Aunque la cámara se sumerja en una bebida, se deje olvidada en el exterior bajo la lluvia o se caiga al suelo, esto no impedirá obtener fotos de increíble calidad. Ya iba siendo hora de que la tecnología y la resistencia de los aparatos estuviesen a la misma altura".